jueves, 17 de mayo de 2012

AZUL Y VERDE (pequeño fragmento)


Azul y verde

Azul y verde. Azul profundo, incorrupto, impoluto, celeste, veraniego, lejano e inaccesible, a la vez cotidiano e infaltable, azul de los mejores días de mis primeros años, azul de mi madre al arrullarme en su regazo, tibieza de la caricia de la abuela, azul del primer amor y de la primera rumba, azul de la vez que me volé del colegio para jugar marcianitos, azul de las lomas esas de bien al fondo del paisaje, cuyos picos parecían una sierra irregular, azul del mar la primera vez que lo vi de frente, azul más aún, cuando lo vi desde la ridícula ventanita del avión y solo había mar a todo lo ancho del alcance de mi vista, azulito desteñido de los mapitas que pintaba para Geografía, azulito provocador de la faldita de mis compañeras de clase, azul definitivo y brillante, absoluto en su definición. No puedo recordar días grises, porque ahora, hasta los días terribles esos en que llovía como si alguien allá arriba hubiera vaciado de pronto una súbita cubeta sobre mi cabeza, y caían rayos, y el sonido del trueno era lo más aterrador que yo hubiese experimentado, y me tocaba acurrucarme en el sofacito de la sala, tapado con mi cobija de lanita, también azul ella, buscando consuelo en algún librito de cuentos de los Hermanos Grimm, aún esos días vienen hoy a mi memoria solamente en azul.

Verde inmenso, planicie inaprensible, verde pasto, verde oliva, verde caña, verde hoja, verde árbol, verde palma, verde vida, verde de las iguanitas que se alzaban en dos patas y atravesaban veloces el patio verde verde verde verdecito, hacia el río, no río, riachuelo, lleno de arañitas, pescaditos, renacuajitos y mil animalitos más, verde del tablero del salón, verde del continente de los mismos mapitas de Geografía, verde delirante al bajar de la loma al valle, verde alucinante de las piedras esas por las que tantos hombres y mujeres han sucumbido, verdecito hermoso de los ojos de Dina, muertita ella antes aún de empezar a vivir, verde furioso de la camiseta amada, verde la Loma de la Cruz, explosión de verdes que eran la pura fuerza de la vida saliéndose del sol a lo largo de todas esas llanuras, planicies y lomas, con todos esos arbolitos, maticas, enredaderas, loritos, lagartijitas y sapitos. Ayer después de muchos años, saqué una vieja caja de colores y me puse a pintar. Me salió un paisaje del río, con esos árboles de nosotros y esas lomas que enmarcan el pensamiento de cuando uno dice El Valle, y el dichoso dibujito me quedó solo verde y azul.

 Azul está ahora el cielo en este claro donde estoy sentado, verdecitos son el pasto y los arbolitos y más allá, clara, clarísima, superbrillante, la luz del sol; en fin, el día está como siempre ha sido al enmarcar mis recuerdos especiales para la sala de recibir del interior de mi mente. Aquí lo único negro es el futuro; allá a lo lejos, por la carretera, con estos binoculares, veo venir unos carros hacia la casa, les costará un rato encontrarme aquí, pero seguro son ellos, los que me vienen buscando, los brainless guys.

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