viernes, 1 de mayo de 2020

Uno (pequeño fragmento de la novela Azul y Verde)


Pensé en mi tío Edgar, muerto en la lejana California tan solo algunos meses atrás y recordé nuestras tertulias juntos, escuchando sus boleros y sus tangos, generosamente regados con Blanco del Valle y lo vi frente a mí, contándome su vida y cantando aquellas melodías que amaba, mientras me daba sus consejos de vida:

-M´hijo – empezaba – mucho cuidado con su corazón, no lo vaya a entregar a la primera, recuerde que uno busca siempre lleno de esperanzas el camino que lo sueños prometieron a sus ansias, uno va arrastrándose entre espinas en su afán de dar su amor y sufre y se destroza hasta entender que uno se ha quedao sin corazón.

-Sea perseverante, papi – continuaba – que usted vale mucho, porque ha sido uno de los más dedicados de toda la familia al estudio, no se preocupe ahorita por los temas del corazón, mire todo lo que yo amé a mi mujer y ese cáncer se la llevó, ahora con el alma marchita salgo con una muchachita, pero sé que es solo algo pasajero, no será como antes fue, miro a esa sardina y pienso que si pudiera como ayer querer sin presentir, a sus ojos que me gritan su cariño los cerrara con mis besos y me abrazaría a su ilusión. Pero la muerte de mi esposa se llevó más que la mitad de mi alma, m´hijito, así que no se apresure y viva con calma su vida.

Ese tipo de conversaciones habían sido frecuentes entre nosotros, en la época en que hice mi año rural, cuando mi tío fue también un padre para mí, amaba visitarlo y escuchar sus historias del Cali Viejo, sus aventuras adolescentes, sus primeros y últimos amores, siempre en ambiente bohemio, entre buenos tragos y mejor música.

Y empecé a llorar.

A llorar sin contenerme, hasta que se me secó el manantial de la inocencia de mi alma. Lloré por horas hasta que no quedó nada más en el fondo de mí, hasta que el agotamiento me venció.

Si yo tuviera el corazón
El mismo que perdí
Si olvidara a la que ayer
Lo destrozó y pudiera amarla
Me abrazaría a su ilusión
Para llorar su amor

Precio de castigo que uno entrega
Por un beso que no llega
O un amor que lo engañó.

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