-Así es -respondió Jules - corrí al sitio que usted me ha indicado, sin embargo, no había ya nada allí.
Ted se quedó mirando al vacío, tratando de explicarse este nuevo misterio. Uno más que se unía a la serie de eventos que habían iniciado justo a las 6 de la tarde del día anterior. Un día normal, anodino, podría decirse. Ted llegó a su casa, prendió la radio, se calentó una comida precocida. Iba a sentarse a comer cuando el ruido lo sobresaltó. Venía del patio de atrás. Se asomó. No vio nada. Debe ser un gato -pensó. Pero en eso miró hacia el patio de su vecino y ahí la vio. Una figura oscura y delgada envuelta en una capa. Y de pronto, desapareció. Ted sintió que la oscuridad lo envolvía y se desmayó.
La calle estaba sola, Ted calculó que sería algo más de medianoche, había recuperado el conocimiento. Todas las luces apagadas, ni un solo coche aparcado en las aceras o en los garajes. Silencio misterioso en el vecindario. Súbitamente, tres encapuchados aparecen en la esquina. Al parecer hablaban entre sí. Detrás de ellos una especie de alto aparato, una estructura grande, intrincada, compleja, maciza, tal vez una especie de vehículo, con luces intermitentes en un tono mate que cambian de intensidad a lo largo del flanco de esta extraña construcción. Al percatarse de la presencia de Ted, desaparecieron en medio de un resplandor.
Despertó en el sofá de Jules, su vecino de al lado. Al igual que él, un hombre solitario y taciturno; si acaso habrían cruzado un par de palabras en todos los años que llevaban de ser vecinos.
-Le he encontrado sobre el andén esta mañana, pensé que habría salido temprano a recoger la prensa y ha sufrido un colapso. Lo traje a mi casa y acaba usted de despertar - le dijo Jules.
Ted le narró atropelladamente lo sucedido.
-Vaya - dijo Jules - Su relato me parece lo más extraño que haya escuchado en la vida. Tentado estoy a no creerle; le he encontrado desmayado y tal vez todo haya sido una alucinación suya. Pero ahora que lo dice, me doy cuenta que en verdad estamos solos en toda la calle, o tal vez en el barrio. No se escucha ninguno de los familiares ruidos que vienen de la calle en un día normal. Me asomo a la ventana. Ni un auto, ni personas. Qué cosa tan rara. Espere voy a la esquina y tal vez camine hasta el parque, a buscar a alguno de sus misteriosos encapuchados o al extraño aparato que Usted dice haber visto. Tome un café mientras regreso.
Ted deja de mirar al vacío y ahora nota que Jules tras su corta expedición a la esquina, está igual de preocupado. No hay nadie en todo el vecindario y no tienen manera de saber cómo afrontar este misterio. Pero ya encontrarán la manera, Por lo pronto estamos vivos y respiramos - sentencia Ted.
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