miércoles, 5 de septiembre de 2018

UNA DECLARACIÓN PERSONAL


Soy el hijo de Ruth. El que llegó liviano en las ligeras alas de la esperanza y del amor. Soy el que creció en Cali en los setentas, el que fue adolescente en los ochentas con un Atari y un balón de fútbol. El que decidió ser médico en la capital y ya jamás huyó de sus garras frías pero acogedoras, ni de su clima severo, ni de su gente multicolor. Un día decidí especializarme, llegar más allá, desafiar al zarpazo de la enfermedad y el daño cerebral, aprender los secretos del santuario humano. Y esta fue la mejor decisión que tomé. Esta ciudad me dio estudio, trabajo y una familia. También en ella falleció mi madre, con su tarea cumplida partió a cruzar el lejano mar de la otra vida. Pero también soy más que el médico. Soy el que gusta pasar ratos con su guitarra, arrancando acordes a los tiempos íntimos y a los recuerdos lejanos. El que ama el Rock y la Salsa y los Beatles y su imperecedero legado. Soy el que hace también música con los amigos y con mis hijos. Soy el hincha del buen fútbol, el que sufre con su equipo amado y el que goza de cuando en vez con los logros de la Selección. Soy el que lee a Tolkien y a Kundera, el que siempre piensa que la historia nunca debe ser olvidada. Soy el que dibuja y pinta y a veces escribe, poniendo en palabras lo que la mente solo en imágenes puede expresar. Soy uno que piensa que el tiempo es poco y que la vida está llena de cosas para ver, probar y disfrutar. Soy el que cree que el esfuerzo de mamá valió la pena, y desde la distancia le envío un silencioso agradecimiento. Y en los ratos libres, opero.

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