BUCOLICO, O EL IMPREDECIBLE FACTOR X
Ezran, tierra de paz y ejemplo de convivencia, no había presenciado una querella mayor entre sus habitantes desde hacía por lo menos tres siglos. Semejante estado de beatitud social y concordia interpersonal no había sido logrado de un día para otro, por supuesto, ni había sido el resultado de la alegre elección voluntaria de sus pobladores. Tan inusitado fenómeno social se debía simplemente a la estratégica situación geográfica de Ezran: su ubicación alta en las montañas, rodeada por completo, salvo en el norte, donde la cordillera continuaba su aparentemente interminable ascenso con picos cada vez más escarpados y filosos, por provincias más ricas y poderosas: esta era a la vez la bendición, la protección y también el obstáculo para el desarrollo de Ezran.
Sus habitantes fueron lentamente moldeando el tipo de sociedad en que vivían, pues era el único que les permitía sobrevivir. Al descubrir que la carne, la leche y la lana producidas por Ezran les eran igualmente útiles y necesarias a las tres provincias aledañas, los ezranitas le apostaron a la convivencia en armonía. A ninguna de las tres provincias le convenía asediar a Ezran, mucho menos arrasarla y acabar con sus tesoros, ya que los ezranitas eran los únicos poseedores de las secretas técnicas de cultivo de sus pastos y sus rebaños; solo ellos sabían sacar el mejor partido a sus recursos con el fin de abastecer por igual y agradar a cada uno de sus vecinos. Y bien cautelosos habían prevenido la fuga de sus valiosos conocimientos allende su comunidad. Habían logrado vivir bien, sin ser pobres, pero sin dejarse tentar por la opulencia.
Por otro lado ninguna de las provincias deseaba arriesgar sus tropas contra el agreste clima de la escarpada montaña, desgastándolas en el camino y la posteriormente hipotética conquista de Ezran, solo para después enfrentarse, ya disminuidos, contra unos vecinos nada contentos de haber perdido su sumiso y baratero proveedor.
De esta manera Ezran prosperó de manera lenta, pero sostenida, siempre en ángulo tenuemente ascendente, sin variaciones, siempre para arriba, forjando cada vez más firmemente su pacífica sociedad, mientras observaba como sus vecinos se aliaban unos con otros, se traicionaban mutuamente, se atacaban, se reagrupaban una y otra vez, siempre sin hacerse demasiado daño, sin desequilibrarse comparativamente frente a los otros, no, solo lo justo como para reactivar la economía en el post-conflicto inmediato, tras un período de sosiego excepcionalmente largo, con sus inevitables inercias sociales; exactamente así transcurrían los eones en aquel apartado rincón del mundo. Y Ezran observaba, siempre distante, siempre cómoda, siempre ajena, siempre segura.
Tal vez tras una época inusitada y extremadamente prolongada de paz, las alertas ezranitas se hubieran de algún modo aletargado, tal vez no fueran ya efectivas, tal vez ya nadie supiera el vacío vertiginoso que causa en el epigastrio el verdadero y visceral pánico. Tras innumerables generaciones acostumbradas a la equilibrada no-violencia, no lo notaron, lo que sintieron quizás solo podría describirse como una vaga inquietud. Esta fue la sensación que se pudo notar en Ezran, como una ligera nube en un cielo azul en pleno estío, como un insignificante pasanubes ante la promesa de una primavera contundentemente fértil, cuando llegó la noticia de una alianza entre todas las tres provincias vecinas.
La brisa lejana, tenue e insustancial, pretendía esparcir el rumor acerca del avance, aparentemente incontenible, de un remoto y desconocido pueblo conquistador venido del Naciente. La conseja popular aseguraba que este pueblo habría arrasado con todo a su paso, grandes Imperios habrían doblegado su soberbia ante el poder de los invasores.
Pero estos supuestamente terribles e implacables extranjeros nunca llegaron. O bien desconocían del todo la existencia de estos apartados pueblitos, o se habrían hartado con lo hasta entonces conquistado, o se habrían rendido ante el cansancio y la nostalgia de la distancia y simplemente habrían vuelto a casa, o probablemente no eran más que la invención de aburridas y desocupadas viudas fronterizas.
Finalmente la calma llegó a las provincias vecinas y a Ezran.
Y la vida siguió. El río retornó a su calmado cauce, por los siglos de los siglos Amén. Y nadie pensó mas en el asunto.
Solo que, de manera harto inconveniente para nuestros amigos ezranitas, una legión de 500 invasores logró sobrevivir a una devastadora derrota en los Bosques Francos y tras vagar y sobrevivir contra todo pronóstico, aislados, desorientados, desarraigados, por más de dos años en las frías estepas subdesérticas del extremo Norte, esta agrupación de guerreros se aventuró a cruzar la alta cordillera a través del septentrión, sin descubrir siquiera la existencia de las tres provincias vecinas de Ezran.
Descubrieron a Ezran casi por casualidad; estuvieron a punto de haber pasado de largo, solo unas famélicas y vaporosas columnas de humo mañaneras delataron la existencia del enclave ezranita.
Y los observaron.
Y los estudiaron.
Y envidiaron su abundancia.
Y sus mujeres.
Acostumbrados a los sufrimientos de dos años de errabunda soledad conocían su mayor ventaja: la paciencia, el aguante. Calcularon, midieron, sopesaron y finalmente planificaron su ataque. No encontraron resistencia alguna, se apoderaron de Ezran en una sola y lúgubre noche. Saquearon todas las casas, mataron a todos los hombres, violaron a todas las mujeres en un solo acto limpio y desalmado, preciso, eficaz y fulminante. Fue una victoria incuestionable y definitiva.
Mas no sabían, no podían administrar la fértil riqueza a su disposición.
Dos años después de su llegada, tras devorar al último y emaciado cordero de aquel desierto, abandonaron el paraje en pos de su tierra madre, sus amigos, su avanzada conquistadora incontenible, su añorada y lejana casa. Se fueron montaña arriba, por donde llegaron. No dejaron ni un solo rastro de la barbarie.
Las tres provincias vecinas, roto el delicado equilibrio social de la región, terminaron por aniquilarse mutuamente en una larga guerra sin cuartel y sin vencedores.
Siglos mas tarde, los arqueólogos que analizaron los escasos restos desperdigados por la comarca, concluyeron que una antiquísima, efímera, desorganizada, incapaz de adaptarse y primitiva civilización, había intentado arraigarse en la región, generaciones antes de los Romanos, pero debido a sus rudimentarias técnicas agrícolas había logrado arruinar una por lo demás fértil tierra, lo cual había condenado a sus desgraciados pobladores a una rápida e inevitable extinción.
FIN
Médico Neurocirujano de la Universidad Nacional de Colombia, en este sitio edito y publico mis cuentos, algunos leídos, algunos otros serán nuevos. Para mi familia, para mis amigos y para los que no me conocen. Esto es y será, un viaje por el tiempo y la mente... Welcome aboard!!!
martes, 6 de diciembre de 2011
miércoles, 23 de noviembre de 2011
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Leyendas Cortas III: El final de esta historia.
El tiempo del barman y Mariushka
- Mira, mira padre, ya ha abierto los ojos...
- Tienes razón, mi princesa eslava, la luz de mis ojos, el joven amigo ha vuelto en si... ¿Mucha resaca, mi joven amigo?
- No, no ha pasado mucho tiempo, recién son las 11 y media pasadas... Si, de la noche... ¡¡¡Eh, cuidado, no se mueva!!!
- No te angusties querido, relájate, quédate quieto, o te lastimarás... Y nosotros no queremos que te lastimes...
- ¿Que por qué razón estás atado? Tu lo pediste, ¿recuerdas?
- Claro que si, se lo dijiste al viejo: "cualquier cosa" con tal de saber la verdad.
- Te equivocas, hija, el dijo que lo daría "TODO"...
- Para mi da igual, padre, son pequeños matices semánticos. Lo importante es que aquí estás, dispuesto a darlo todo, con tal de saber... Verás, para empezar, yo nunca he estado realmente en peligro... Bueno, teóricamente si puedo peligrar, pero solo si me enamoro, lo cual mi padre siempre ha sido diligente en evitar. ¿No te dijo el viejo, no te dije yo, que el barman no consentía nada conmigo? ¿Por que ustedes los hombres nunca nos paran bolas?
- Que no se mueva, joven, ¡que se va a lastimar! Mariushka, mi cielo, tu amigo aún no entiende nada de nada... Como se nota que no es de este barrio...
- Verás, desde que llegaste, lo hiciste interesado por las desapariciones de algunos hombres, ¿cierto? Hombres que después aparecían sin una gota de sangre en el cuerpo...
- Después el viejo te metió toda su historia acerca de la leyenda de nuestro pintoresco vampiro local, Mayorga, y toda su loca historia de esconderse a lo largo de las generaciones de descendientes falsos...
- Pero joven, ¡mil veces tratamos mi hija y yo de convencerlo que no creíamos en esa historia!
- Y a pesar de todo ¡te convenciste que yo podía estar en peligro! Lindo de tu parte, pero por eso estás aquí...
- ¡Que se quede quieto, joven! ¡No quiero que esas ataduras le corten las muñecas!
- Padre, el quiere saber la verdad... Va a darlo TODO...
- Joven, le voy a contar lo que yo sé de toda la leyenda.
- No preguntes por qué estás atado, créeme, ¡es por tu propio bien! Cálmate, ¡¡¡ya cálmate!!!
...............
- Discúlpeme joven, he tenido que amordazarlo, para poder contarle lo que usted mismo se muere por escuchar, ¡ja, ja, ja! ¡Qué curioso giro de frase! ¡SE MUERE por escuchar! Hija, ¿él lo va a dar todo, no es así?
- Cariño, no te muevas. En verdad me gustas... No me enamoraré de ti, pero en verdad me gustas... ¿Lo comprendes, cierto?
- Bueno, Mariushka, ¡ya no más! Verá, joven... Lo que el viejo le ha contado es esencialmente el núcleo de la leyenda, nuestra propia leyenda local. ¿Y quien mejor para contarla que el viejo, que conoce a todos por aquí? Pero hay unos detalles de la leyenda que el viejo no conoce bien...
- Para empezar, está el misterio de la supuesta conversión de Mayorga en vampiro. La leyenda original habla de un tal Jaques de le Coeur, que había abordado el barco de Mayorga en la misma noche de su partida... Este personaje oscuro desaparece al arribar a Cartagena, pero se cree que se trataba de un vampiro francés que venía huyendo dela Inquisición. De alguna manera durante el viaje concoció a Mayorga y bueno... Digamos que se interesó mucho en sus ganas de cambiar el maltrato para con los indios... ¿Quiere que le quite la mordaza?
...................
- Ya que lo veo mas calmado, permítame recalcarle que está inmovilizado por su propio bien...
- Sí hay una razón, pero no se la voy a explicar ahora, todo a su debido tiempo.
- Padre, sigue contando lo que hace falta de la supuesta historia de Mayorga, todo para ilustrar mejor a mi amiguito que es tan lindo y se preocupó tanto por mi, ¡ja, ja, ja!
- ¡Mariushka, no te burles!
- Disculpa padre, ya sabes que heredé tu sentido del humor...
- Bueno, volviendo a la historia de Mayorga, la leyenda completa cuenta que una vez posesionado de su encomienda, como buen vampiro joven, sediento de sangre, se dedicó a diezmar la población de indios, mujeres principalmente, dada la conocida afición de estos seres por las congéneres del sexo femenino. Sin embargo los restos humanos del alma de Mayorga hicieron que tratara de abstenerse lo más posible. En realidad Mayorga quería ser el proverbial buen encomendero y sufría cuando su instinto vampírico se sobreponía. Poco a poco se fue aislando del mundo con tal de no lastimar humanos, así no fueran más que pobres indias… Cuando notó que su longevidad empezaba a dar pié a murmuraciones, decidió inventarse su propia muerte y autoheredarse en la persona de su supuesto sobrino. Un corto viaje a España solucionó los trámites del traspaso de la encomienda y tras fingir su propio funeral, regresó reinventado en la figura de su descendiente.
- Oh, querido, ¡has vuelto a hablar! ¡Que pregunta inteligente has hecho!
- Ya, hija, no lo alabes más, o te vas a terminar enamorando... ¡Justo lo que yo jamás deseo que pase! ¡Ja! Verás, hija, nuestro amigo se encuentra tan obsesionado con la estúpida leyenda que ni siquiera le importa su situacion, pero tranquilo, ya le dije que se le inmovilizó por su propio bien.
- Para responderle joven, le diré que popr supuesto Mayorga no podía lograr esto solo. El vino desde España con su fiel escudero, un mozo que estaba a su servicio desde la infancia... Mayorga recién convertido en vampiro era incpaz de hacerle algo a su escudero. Por el contrario, le confió toda su historia y desde ese día su escudero se convirtió en su más fiel aliado, su confidente, su cómplice... Era quien atendía los asuntos de la encomienda durante el día, fué el que organizó los falsos funerales, era el que se encargaba de cubrir a su patrón dada la frecuente desaparición de indias... Pero era simplemente humano y terminó envejeciendo.
- ¿Que por qué se todo esto? Porque he vivido toda mi vida en esta zona, porque amo la tranquilidad y el relativo aislamiento de este barrio y porque odio que gracias a esta leyenda llegue toda clase de tipos detrás de la historia y ¡termine detrás de alguna de mis hijas! ¿Ya va entendiendo por fin?
- Sin embargo, antes del final, le concederé el conocimiento ¡del resto de la historia!
- Mira, mira padre, ya ha abierto los ojos...
- Tienes razón, mi princesa eslava, la luz de mis ojos, el joven amigo ha vuelto en si... ¿Mucha resaca, mi joven amigo?
- No, no ha pasado mucho tiempo, recién son las 11 y media pasadas... Si, de la noche... ¡¡¡Eh, cuidado, no se mueva!!!
- No te angusties querido, relájate, quédate quieto, o te lastimarás... Y nosotros no queremos que te lastimes...
- ¿Que por qué razón estás atado? Tu lo pediste, ¿recuerdas?
- Claro que si, se lo dijiste al viejo: "cualquier cosa" con tal de saber la verdad.
- Te equivocas, hija, el dijo que lo daría "TODO"...
- Para mi da igual, padre, son pequeños matices semánticos. Lo importante es que aquí estás, dispuesto a darlo todo, con tal de saber... Verás, para empezar, yo nunca he estado realmente en peligro... Bueno, teóricamente si puedo peligrar, pero solo si me enamoro, lo cual mi padre siempre ha sido diligente en evitar. ¿No te dijo el viejo, no te dije yo, que el barman no consentía nada conmigo? ¿Por que ustedes los hombres nunca nos paran bolas?
- Que no se mueva, joven, ¡que se va a lastimar! Mariushka, mi cielo, tu amigo aún no entiende nada de nada... Como se nota que no es de este barrio...
- Verás, desde que llegaste, lo hiciste interesado por las desapariciones de algunos hombres, ¿cierto? Hombres que después aparecían sin una gota de sangre en el cuerpo...
- Después el viejo te metió toda su historia acerca de la leyenda de nuestro pintoresco vampiro local, Mayorga, y toda su loca historia de esconderse a lo largo de las generaciones de descendientes falsos...
- Pero joven, ¡mil veces tratamos mi hija y yo de convencerlo que no creíamos en esa historia!
- Y a pesar de todo ¡te convenciste que yo podía estar en peligro! Lindo de tu parte, pero por eso estás aquí...
- ¡Que se quede quieto, joven! ¡No quiero que esas ataduras le corten las muñecas!
- Padre, el quiere saber la verdad... Va a darlo TODO...
- Joven, le voy a contar lo que yo sé de toda la leyenda.
- No preguntes por qué estás atado, créeme, ¡es por tu propio bien! Cálmate, ¡¡¡ya cálmate!!!
...............
- Discúlpeme joven, he tenido que amordazarlo, para poder contarle lo que usted mismo se muere por escuchar, ¡ja, ja, ja! ¡Qué curioso giro de frase! ¡SE MUERE por escuchar! Hija, ¿él lo va a dar todo, no es así?
- Cariño, no te muevas. En verdad me gustas... No me enamoraré de ti, pero en verdad me gustas... ¿Lo comprendes, cierto?
- Bueno, Mariushka, ¡ya no más! Verá, joven... Lo que el viejo le ha contado es esencialmente el núcleo de la leyenda, nuestra propia leyenda local. ¿Y quien mejor para contarla que el viejo, que conoce a todos por aquí? Pero hay unos detalles de la leyenda que el viejo no conoce bien...
- Para empezar, está el misterio de la supuesta conversión de Mayorga en vampiro. La leyenda original habla de un tal Jaques de le Coeur, que había abordado el barco de Mayorga en la misma noche de su partida... Este personaje oscuro desaparece al arribar a Cartagena, pero se cree que se trataba de un vampiro francés que venía huyendo de
...................
- Ya que lo veo mas calmado, permítame recalcarle que está inmovilizado por su propio bien...
- Sí hay una razón, pero no se la voy a explicar ahora, todo a su debido tiempo.
- Padre, sigue contando lo que hace falta de la supuesta historia de Mayorga, todo para ilustrar mejor a mi amiguito que es tan lindo y se preocupó tanto por mi, ¡ja, ja, ja!
- ¡Mariushka, no te burles!
- Disculpa padre, ya sabes que heredé tu sentido del humor...
- Bueno, volviendo a la historia de Mayorga, la leyenda completa cuenta que una vez posesionado de su encomienda, como buen vampiro joven, sediento de sangre, se dedicó a diezmar la población de indios, mujeres principalmente, dada la conocida afición de estos seres por las congéneres del sexo femenino. Sin embargo los restos humanos del alma de Mayorga hicieron que tratara de abstenerse lo más posible. En realidad Mayorga quería ser el proverbial buen encomendero y sufría cuando su instinto vampírico se sobreponía. Poco a poco se fue aislando del mundo con tal de no lastimar humanos, así no fueran más que pobres indias… Cuando notó que su longevidad empezaba a dar pié a murmuraciones, decidió inventarse su propia muerte y autoheredarse en la persona de su supuesto sobrino. Un corto viaje a España solucionó los trámites del traspaso de la encomienda y tras fingir su propio funeral, regresó reinventado en la figura de su descendiente.
- Oh, querido, ¡has vuelto a hablar! ¡Que pregunta inteligente has hecho!
- Ya, hija, no lo alabes más, o te vas a terminar enamorando... ¡Justo lo que yo jamás deseo que pase! ¡Ja! Verás, hija, nuestro amigo se encuentra tan obsesionado con la estúpida leyenda que ni siquiera le importa su situacion, pero tranquilo, ya le dije que se le inmovilizó por su propio bien.
- Para responderle joven, le diré que popr supuesto Mayorga no podía lograr esto solo. El vino desde España con su fiel escudero, un mozo que estaba a su servicio desde la infancia... Mayorga recién convertido en vampiro era incpaz de hacerle algo a su escudero. Por el contrario, le confió toda su historia y desde ese día su escudero se convirtió en su más fiel aliado, su confidente, su cómplice... Era quien atendía los asuntos de la encomienda durante el día, fué el que organizó los falsos funerales, era el que se encargaba de cubrir a su patrón dada la frecuente desaparición de indias... Pero era simplemente humano y terminó envejeciendo.
- ¿Que por qué se todo esto? Porque he vivido toda mi vida en esta zona, porque amo la tranquilidad y el relativo aislamiento de este barrio y porque odio que gracias a esta leyenda llegue toda clase de tipos detrás de la historia y ¡termine detrás de alguna de mis hijas! ¿Ya va entendiendo por fin?
- Sin embargo, antes del final, le concederé el conocimiento ¡del resto de la historia!
El último tiempo del barman
- Verá joven... Después de un tiempo Mayorga ya se había adaptado a vivir en este rincón apartado de todos los caminos y de todos los destinos... Aprendió a vivir de la sangre de vacas y venados que ocasionalmente salía a cazar. Sin embargo la sed era abrasadora y de vez en cuando tenía que saciarla. A pesar de esto, los restos de su alma humana lo hacían buscar una solución... Una solución para no volver a sentir esa sed y esa ansiedad de cazar humanos. ¡Y ésta finalmente apareció!
- Si, joven, como le digo, encontró la solución. Y la encontró de la manera más común posible: la encontró en el amor.
- ¿Como dice? ¡Por supuesto que no, nada que ver! ¡Tal vez leyó usted la estúpida novela de Stoker en la que el amor es la causa de la perdición del vampiro! ¡Un ser de esa naturaleza no caería en la trampa tan fácilmente!
- ¿Le parece que admiro al vampiro? Pues no, de cierta manera me da hasta algo de lástima...
- Ya le expliqué porque me interesa nuestra pequeña leyenda local.
- Que no lo puedo desatar, ¡ya le dije que es por su propio bien!
- Volviendo a la historia, Mayorga se enamoró. Se enamoró de una inmigrante de origen bohemio, una hermosa mujer. Mayorga no deseaba hacerle daño, pero la sed lo enloquecía. Así que le contó la verdad para que ella se alejara de él, pero por el contrario ¡ella le ofreció su vida!
- Sí, ella sola quiso dar el paso y ser transformada por él. La condición era que una vez transformada, el debería rescatar su alma para que ella no siguiera siendo una vulgar vampira asesina. De manera que el amor los salvó a ambos y entonces decidieron desaparecer de los registros y la sociedad, pues sería muy complicado envejecerlos a ambos y cambiar las identidades cada determinado tiempo.
- ¿Como lo lograron? Pues a lo largo de tres siglos se puede acumular dinero y como usted bien sabe, el dinero puede comprara conciencias, registros, memorias y anales... Y en caso necesario, Mayorga siempre podía recurrir a sus habilidades secretas...
- Y digamos que aquí termina lo que yo llamo la estúpida leyenda de Mayorga...
- Porque verá, joven, usted se comprometió a darlo TODO con tal de conocer la verdad y ¡pronto será el momento que tenga que pagar ese precio!
- Voy a contarle solo un detalle más y luego le daré a conocer la verdad sobre ¡¡¡Mayorga!!!
- Verá joven... Después de un tiempo Mayorga ya se había adaptado a vivir en este rincón apartado de todos los caminos y de todos los destinos... Aprendió a vivir de la sangre de vacas y venados que ocasionalmente salía a cazar. Sin embargo la sed era abrasadora y de vez en cuando tenía que saciarla. A pesar de esto, los restos de su alma humana lo hacían buscar una solución... Una solución para no volver a sentir esa sed y esa ansiedad de cazar humanos. ¡Y ésta finalmente apareció!
- Si, joven, como le digo, encontró la solución. Y la encontró de la manera más común posible: la encontró en el amor.
- ¿Como dice? ¡Por supuesto que no, nada que ver! ¡Tal vez leyó usted la estúpida novela de Stoker en la que el amor es la causa de la perdición del vampiro! ¡Un ser de esa naturaleza no caería en la trampa tan fácilmente!
- ¿Le parece que admiro al vampiro? Pues no, de cierta manera me da hasta algo de lástima...
- Ya le expliqué porque me interesa nuestra pequeña leyenda local.
- Que no lo puedo desatar, ¡ya le dije que es por su propio bien!
- Volviendo a la historia, Mayorga se enamoró. Se enamoró de una inmigrante de origen bohemio, una hermosa mujer. Mayorga no deseaba hacerle daño, pero la sed lo enloquecía. Así que le contó la verdad para que ella se alejara de él, pero por el contrario ¡ella le ofreció su vida!
- Sí, ella sola quiso dar el paso y ser transformada por él. La condición era que una vez transformada, el debería rescatar su alma para que ella no siguiera siendo una vulgar vampira asesina. De manera que el amor los salvó a ambos y entonces decidieron desaparecer de los registros y la sociedad, pues sería muy complicado envejecerlos a ambos y cambiar las identidades cada determinado tiempo.
- ¿Como lo lograron? Pues a lo largo de tres siglos se puede acumular dinero y como usted bien sabe, el dinero puede comprara conciencias, registros, memorias y anales... Y en caso necesario, Mayorga siempre podía recurrir a sus habilidades secretas...
- Y digamos que aquí termina lo que yo llamo la estúpida leyenda de Mayorga...
- Porque verá, joven, usted se comprometió a darlo TODO con tal de conocer la verdad y ¡pronto será el momento que tenga que pagar ese precio!
- Voy a contarle solo un detalle más y luego le daré a conocer la verdad sobre ¡¡¡Mayorga!!!
El tiempo de... ¿Mayorga?
- Así pues, mi estimado joven, que por Amor, Mayorga dejó de cazar humanos y desapareció de la vida social. Solo lo acompañaba su esposa y bueno... Alguien más, alguien a quien Mayorga nunca pudo dejar.
- ¿No puede suponerlo aún? Báh, no demorará en enterarse, de todas maneras. Como se lo pometí, le contaré toda la verdad que sé sobre Mayorga.
- La esposa de Mayorga deseaba familia, y como no podían tenerla de manera "natural" pues como usted puede suponer, ellos ya estaban "naturalmente" muertos, jajaja, que juego de palabras, ¿lo comprende?
- Mire, mire no más, ¡como ríe mi Mariushka con mis ocurrencias! Jajaja, ven aquí, mi princesita eslava, ¡que voy a besarte!
- ¿Comprende usted porque no tolero que alguna de mis hijas se enamore?
- Si, bueno, lo "natural" sería que se enamoraran... ¡Pero no me interumpa!
- Como le decía, la mujer de Mayorga deseaba consumar su amor con una familia. Así que Mayorga no tuvo más remedio que viajar hasta la lejana Bohemia, en esa época presa de la convulsa siuación de la primera mitad del siglo pasado... Me imagino que sabrá algo de Historia del Viejo Mundo, ¿no? Usted, que ha estado en el Prado y en el Louvre y se jacta de ello.
- Pues lo que hizo Mayorga fue buscar jovencitas del mismo origen que su esposa, que estuvieran a punto de morir abandonadas, o por causa de la guerra, o de la desventura. Era preciso que estuvieran moribundas, pues de lo contrario él sería incapaz de atacarlas. Las trasnformaba en su mismo ser parcialmente, para que su esposa terminara el trabajo y de esta manera convertirlas realmente en sus hijas. Luego venía el arduo proceso de mitigarles la sed, para lo cual a veces se requerían años, pero de nuevo el Amor las salvó a todas ellas... Perdón, ¿me repite la pregunta?
- No, por lo que sé Mayorga nunca transformó a ninguna joven de esta región...
- En eso tiene Usted razón, tal vez ese es el origen de la creencia que cada diez años se pierde una joven. Por eso mismo le digo que la leyenda que cuentan es este barrio, este rincón tan poético y apartado del resto de la gran ciudad cosmopolita, del resto del mundo, del resto del trajín moderno, no es mas que una historia absurda... Y como vé, ESE riesgo, no fué realmente un peligro para mi Mariushka. ¿Por qué no le creyó cuando ella se lo dijo? Como todo hombre pedante, ¡subestima la opinión de la mujer! Por eso no dejo que ninguna de mis hijas se enamore, l¿lo comprende al fin? Y por eso, cuando alguna de ellas corre el riesgo de enamorarse, me veo obligado a hacer lo que he hecho con los otros que llegan aquí averiguando por las desapariciones y ¡terminan queriendo llevarse a alguna de mis hijas! ¡Por eso voy a tener que hacerle a Usted lo que les hice a ellos! ¡Por eso está Usted amarrado en este sótano!
- ¡Ah! ¡Pero Usted quería saberlo todo! ¡Usted pensaba que iba a rescatar e iba a llevarse a mi hija quién sabe hacia donde! ¡Usted dijo que lo daría TODO por conocer la verdad! Pues ha llegado el momento de pagar el precio, ya que todos esos desaparecidos murieron, y de hecho ¡murieron en este sótano!
-¡Já! ¡Loco! ¡Ahora me llama loco! ¡Después que ha recibido mi escocés y ha disfrutado mi hospitalidad! ¿Piensa Usted que toda esta historia no es más que un invento de los pobres locos de un barrio alejado que lo hacen para atraer turistas, o quizá para poder continuar siendo hostiles frente al ancho mundo? ¿Cree Usted que nosotros inventamos la leyenda de Mayorga y la pusimos a circular para atraer incautos y asesinarlos por el puro placer de ser una familia de asesinos en serie?
- ¡Déjeme terminar!
-Aún falta un detalle. Le dije que Mayorga había traído de España a su fiel escudero, el cual envejeció. Luego le conté que recién casado, al desaparecer de la vida pública, alguien más lo acompañaba...
- Si, supone Usted bien, en el trance de la muerte, Mayorga no pudo soportar ver a su fiel sirviente desaparecer y ante el ruego de éste, decidió transformarlo... Fue la primera vez que Mayorga transformó a un humano en vampiro... Y la única vez, antes de hacerlo por su esposa y sus hijas...
- Pero cuando lo transformó, el escudero ya era un viejo...
- Mire que coincidencia. ¿Sabe por qué a nuestro buen Jeremías le dicen el Viejo?
- Ajá, Mariushka se lo dijo: porque los conoce a todos desde que eran muy jóvenes... ¿Sabe a quien se refiere con "todos"? ¡Pues a todos los de este barrio! Cuando mis hijas nacieron, Jeremías era tan viejo como lo es hoy, cuando Usted lo conoció...
- No.
- Yo sí lo conocí joven.
- Así pues, mi estimado joven, que por Amor, Mayorga dejó de cazar humanos y desapareció de la vida social. Solo lo acompañaba su esposa y bueno... Alguien más, alguien a quien Mayorga nunca pudo dejar.
- ¿No puede suponerlo aún? Báh, no demorará en enterarse, de todas maneras. Como se lo pometí, le contaré toda la verdad que sé sobre Mayorga.
- La esposa de Mayorga deseaba familia, y como no podían tenerla de manera "natural" pues como usted puede suponer, ellos ya estaban "naturalmente" muertos, jajaja, que juego de palabras, ¿lo comprende?
- Mire, mire no más, ¡como ríe mi Mariushka con mis ocurrencias! Jajaja, ven aquí, mi princesita eslava, ¡que voy a besarte!
- ¿Comprende usted porque no tolero que alguna de mis hijas se enamore?
- Si, bueno, lo "natural" sería que se enamoraran... ¡Pero no me interumpa!
- Como le decía, la mujer de Mayorga deseaba consumar su amor con una familia. Así que Mayorga no tuvo más remedio que viajar hasta la lejana Bohemia, en esa época presa de la convulsa siuación de la primera mitad del siglo pasado... Me imagino que sabrá algo de Historia del Viejo Mundo, ¿no? Usted, que ha estado en el Prado y en el Louvre y se jacta de ello.
- Pues lo que hizo Mayorga fue buscar jovencitas del mismo origen que su esposa, que estuvieran a punto de morir abandonadas, o por causa de la guerra, o de la desventura. Era preciso que estuvieran moribundas, pues de lo contrario él sería incapaz de atacarlas. Las trasnformaba en su mismo ser parcialmente, para que su esposa terminara el trabajo y de esta manera convertirlas realmente en sus hijas. Luego venía el arduo proceso de mitigarles la sed, para lo cual a veces se requerían años, pero de nuevo el Amor las salvó a todas ellas... Perdón, ¿me repite la pregunta?
- No, por lo que sé Mayorga nunca transformó a ninguna joven de esta región...
- En eso tiene Usted razón, tal vez ese es el origen de la creencia que cada diez años se pierde una joven. Por eso mismo le digo que la leyenda que cuentan es este barrio, este rincón tan poético y apartado del resto de la gran ciudad cosmopolita, del resto del mundo, del resto del trajín moderno, no es mas que una historia absurda... Y como vé, ESE riesgo, no fué realmente un peligro para mi Mariushka. ¿Por qué no le creyó cuando ella se lo dijo? Como todo hombre pedante, ¡subestima la opinión de la mujer! Por eso no dejo que ninguna de mis hijas se enamore, l¿lo comprende al fin? Y por eso, cuando alguna de ellas corre el riesgo de enamorarse, me veo obligado a hacer lo que he hecho con los otros que llegan aquí averiguando por las desapariciones y ¡terminan queriendo llevarse a alguna de mis hijas! ¡Por eso voy a tener que hacerle a Usted lo que les hice a ellos! ¡Por eso está Usted amarrado en este sótano!
- ¡Ah! ¡Pero Usted quería saberlo todo! ¡Usted pensaba que iba a rescatar e iba a llevarse a mi hija quién sabe hacia donde! ¡Usted dijo que lo daría TODO por conocer la verdad! Pues ha llegado el momento de pagar el precio, ya que todos esos desaparecidos murieron, y de hecho ¡murieron en este sótano!
-¡Já! ¡Loco! ¡Ahora me llama loco! ¡Después que ha recibido mi escocés y ha disfrutado mi hospitalidad! ¿Piensa Usted que toda esta historia no es más que un invento de los pobres locos de un barrio alejado que lo hacen para atraer turistas, o quizá para poder continuar siendo hostiles frente al ancho mundo? ¿Cree Usted que nosotros inventamos la leyenda de Mayorga y la pusimos a circular para atraer incautos y asesinarlos por el puro placer de ser una familia de asesinos en serie?
- ¡Déjeme terminar!
-Aún falta un detalle. Le dije que Mayorga había traído de España a su fiel escudero, el cual envejeció. Luego le conté que recién casado, al desaparecer de la vida pública, alguien más lo acompañaba...
- Si, supone Usted bien, en el trance de la muerte, Mayorga no pudo soportar ver a su fiel sirviente desaparecer y ante el ruego de éste, decidió transformarlo... Fue la primera vez que Mayorga transformó a un humano en vampiro... Y la única vez, antes de hacerlo por su esposa y sus hijas...
- Pero cuando lo transformó, el escudero ya era un viejo...
- Mire que coincidencia. ¿Sabe por qué a nuestro buen Jeremías le dicen el Viejo?
- Ajá, Mariushka se lo dijo: porque los conoce a todos desde que eran muy jóvenes... ¿Sabe a quien se refiere con "todos"? ¡Pues a todos los de este barrio! Cuando mis hijas nacieron, Jeremías era tan viejo como lo es hoy, cuando Usted lo conoció...
- No.
- Yo sí lo conocí joven.
- El también me conoció siendo joven, pues el era mi escudero...
- ¿Ah, no me cree? ¿No cree en historias de vampiros?
- ¿No le asusta estar aquí atado en este sótano donde nadie va a oír sus gritos?
- ¿No le asusta saber que va a morir, ya que yo mismo se lo dije esta noche?
- ¡Pero que insensato! ¡Aún piensa que esto no es más que una broma pesada! ¡Mariushka, este es el mas tonto que te has conseguido, de verdad no entiende nada de nada! ¡Parece puro calentano! Pues verá joven, tiene dos opciones: o somos una familia de lunáticos que va a matarlo porque sí, porque se nos antoja hacerlo, o por otro lado somos... ¿Le mencioné que mi esposa se llama Olya? ¿Y le dije que mis otras hijas se llaman Natalya, Irina, Sasha y Svetlana? ¿Aún no crée en historias de vampiros? ¡¡¡PUES ASÚSTESE; PORQUE ESTÁ EN UNA DE ELLAS!!!
- ¡La mejor manera de evitar que mis hijas se enamoren, es a la vez la mejor manera de saciar la sed que aún de vez en cuando nos atormenta! ¡Y cada vez que alguna de mis hijas es perseguida por un hombre curioso, irrespetuoso, enamoradizo, que no las respeta y que no las valora, ella, la cazadora de turno, es la primera en probar su sangre! ¿Me cree loco todavía?
- ¡¡¡¡MARIUSHKA!!! ¡¡¡ES TODO TUYO!!!
Epílogo
- Un, dos, probando...
- Hola, hola, esta es una grabación de campo. Mi nombre es Juan Ernesto Ramírez. Investigo para un conocido medio radial la reciente desaparición de mi colega y amigo Gonzalo Uribe. Él... Él estaba por estos mismos lados la última vez que lo vieron.
- En este momento me encuentro en un tradicional barrio, de los mas antiguos dela Ciudad , cerca de la plazoleta del Chorro... Más arriba en la loma, más lejos de las calles transitadas, allá es adonde los indicios me guían.
- Todo comenzó con los rumores acerca de las desapariciones de hombres jóvenes en este sector, hombres que según dicen, aparecen algún tiempo después muertos, sin una sola gota de sangre en el cuerpo...
- Gonzalo vino a investigar hace más de cuatro meses y nunca más apareció. Su cuerpo jamás fue encontrado... Su... familia... lo sigue esperando. Él es compañero mío y un gran amigo desde hace años. Es un poco atolondrado, pero en general es buena persona. Yo... solicité seguir con su trabajo.
- Él me había contado algo acerca de sus investigaciones iniciales, lo cual fue un buen punto de partida para mi... Sin embargo había algunos detalles que no me quedaban claros, por lo cual desde hace unas cinco semanas he estado viniendo casi todos los días a este barrio, intentando reconstruir la senda de mi desaparecido amigo.
- Debo decir que para ser un sector dela Ciudad que atrae tanto turismo, la gente oriunda de por aquí es bien extraña. Son recelosos, o tímidos, no sé... Y lo tratan a uno como la gente de los pueblitos aislados y alejados, como si uno fuera una especie... como de extranjero...
- Me ha costado trabajo lograr que me hablen de los famosos desaparecidos. Casi nadie sabe nada... ¿O simplemente me estarán ocultando información?
- Algunos de los mas viejos habitantes de este barrio hablan de la antiguedad del sector, tan antiguo comola Ciudad misma... Mencionan algunas historias que parecen cuentos de abuelas, sí, me recuerdan las supersticiones clásicas y tradicionales de nuestro campo. Historias como las de la PataSola , o la Madremonte , o el Mohán... Solo que éstas historias a las que me refiero no son exactamente superconocidas, a diferencia de las "clásicas" , para las que hay hasta libros escritos, como el famoso "A echar cuentos pués" que leí en mi infancia...
- Esta... subida... lo asfixia... a uno... Debo parar.
- Como decía, algunas de éstas historias particulares del barrio eran para mí y para los pocos a los que les he comentado este trabajo en el que ando, en absouto desconocidas...
- En particular hay una especie de leyenda local, algo que tiene que ver con vampirismo... Vampirismo en estas latitudes, eso sí no se había oído jamás. En términos generales, los que medio mencionaron algo al respecto me parecen o muy viejos, o medio demenciados, o simplemente buscaban tomarme del pelo.
- Pero entre líneas se ha mencionado en forma recurrente una tiendita pintoresca localizada casi, casi llegando al extremo mas alto de esta... empinada... calle. Y Gonzalo planeaba visitarla, eso me dijo...
- Allá la veo. Estas últimas dos semanas he venido casi todos los días. La he vigilado desde una prudente distancia y no he notado nada anormal... Bueno, tal vez sí...
- Hay varias muchachas muy hermosas que al parecer viven o trabajan allí. Algunas de ellas me han mirado, pero curiosamente desde hace unos tres días no las he vuelto a ver...
- Solo he visto a una que es piel canela, ojiverde, de cabellos castaños... Muy, muy hermosa, yo diría que es la que más me gustó de todas ellas...
- Anoche ella venía subiendo, cuando yo ya iba bajando la loma y nuestras miradas se cruzaron... Es como si la hubiera conocido antes. Me miró y sus ojos eran profundos... Creo que me sonrío.
- En fin, me he convencido que no hay ninguna clase de problema en ese sitio, así que hoy voy a entrar y me voy a tomar algo... Voy a ver que averiguo.
- Este aparato voy a ponerlo en mi bolsillo... Tiene capaciad para grabar casi cinco horas continuas y prácticamente no se nota...
- Así que aquí estoy, me dispongo a entrar... Ojala pueda de algún modo, ayudar a Gonzalo... Y si estoy realmente de buenas, tal vez me encuentre con que la hermosura esa tiene turno de trabajo hoy aquí... En estos sitios turísticos contratan usualmente meseras muy bonitas... Y ojalá fáciles también.
- Cuando edite esto voy a borrar este último comentario... En fin, entremos...
****************
- Buenas tardes... Me pueden servir un traguito, por favor?
FIN
- Hola, hola, esta es una grabación de campo. Mi nombre es Juan Ernesto Ramírez. Investigo para un conocido medio radial la reciente desaparición de mi colega y amigo Gonzalo Uribe. Él... Él estaba por estos mismos lados la última vez que lo vieron.
- En este momento me encuentro en un tradicional barrio, de los mas antiguos de
- Todo comenzó con los rumores acerca de las desapariciones de hombres jóvenes en este sector, hombres que según dicen, aparecen algún tiempo después muertos, sin una sola gota de sangre en el cuerpo...
- Gonzalo vino a investigar hace más de cuatro meses y nunca más apareció. Su cuerpo jamás fue encontrado... Su... familia... lo sigue esperando. Él es compañero mío y un gran amigo desde hace años. Es un poco atolondrado, pero en general es buena persona. Yo... solicité seguir con su trabajo.
- Él me había contado algo acerca de sus investigaciones iniciales, lo cual fue un buen punto de partida para mi... Sin embargo había algunos detalles que no me quedaban claros, por lo cual desde hace unas cinco semanas he estado viniendo casi todos los días a este barrio, intentando reconstruir la senda de mi desaparecido amigo.
- Debo decir que para ser un sector de
- Me ha costado trabajo lograr que me hablen de los famosos desaparecidos. Casi nadie sabe nada... ¿O simplemente me estarán ocultando información?
- Algunos de los mas viejos habitantes de este barrio hablan de la antiguedad del sector, tan antiguo como
- Esta... subida... lo asfixia... a uno... Debo parar.
- Como decía, algunas de éstas historias particulares del barrio eran para mí y para los pocos a los que les he comentado este trabajo en el que ando, en absouto desconocidas...
- En particular hay una especie de leyenda local, algo que tiene que ver con vampirismo... Vampirismo en estas latitudes, eso sí no se había oído jamás. En términos generales, los que medio mencionaron algo al respecto me parecen o muy viejos, o medio demenciados, o simplemente buscaban tomarme del pelo.
- Pero entre líneas se ha mencionado en forma recurrente una tiendita pintoresca localizada casi, casi llegando al extremo mas alto de esta... empinada... calle. Y Gonzalo planeaba visitarla, eso me dijo...
- Allá la veo. Estas últimas dos semanas he venido casi todos los días. La he vigilado desde una prudente distancia y no he notado nada anormal... Bueno, tal vez sí...
- Hay varias muchachas muy hermosas que al parecer viven o trabajan allí. Algunas de ellas me han mirado, pero curiosamente desde hace unos tres días no las he vuelto a ver...
- Solo he visto a una que es piel canela, ojiverde, de cabellos castaños... Muy, muy hermosa, yo diría que es la que más me gustó de todas ellas...
- Anoche ella venía subiendo, cuando yo ya iba bajando la loma y nuestras miradas se cruzaron... Es como si la hubiera conocido antes. Me miró y sus ojos eran profundos... Creo que me sonrío.
- En fin, me he convencido que no hay ninguna clase de problema en ese sitio, así que hoy voy a entrar y me voy a tomar algo... Voy a ver que averiguo.
- Este aparato voy a ponerlo en mi bolsillo... Tiene capaciad para grabar casi cinco horas continuas y prácticamente no se nota...
- Así que aquí estoy, me dispongo a entrar... Ojala pueda de algún modo, ayudar a Gonzalo... Y si estoy realmente de buenas, tal vez me encuentre con que la hermosura esa tiene turno de trabajo hoy aquí... En estos sitios turísticos contratan usualmente meseras muy bonitas... Y ojalá fáciles también.
- Cuando edite esto voy a borrar este último comentario... En fin, entremos...
****************
- Buenas tardes... Me pueden servir un traguito, por favor?
FIN
miércoles, 2 de noviembre de 2011
lunes, 31 de octubre de 2011
Leyendas Cortas II: aquí va la segunda parte de este cuento... Recuerden que la primera se encuentra más abajo en este blog... Y todavía falta...
El viejo y el barman
- Vaya, Jeremías, veo que ha estado entreteniendo a nuestra más reciente adquisición. No le importa que le diga así, ¿cierto mi joven forastero?
- Eso me gusta, ya decía yo que usted era de confianza, así no tenga idea de nada, ¡ja, ja, ja! Mentiras, disculpeme, ya sabe como me gusta bromear. Los estaba escuchando y ví que discutían el tema de la leyenda de Mayorga.
- Precisamente le estaba contando a nuestro amigo el extraño cambio que sufrió Mayorga (asumiendo que siempre haya sido el mismo) a principios del siglo pasado, cuando dejaron (o casi) de desaparecer mujeres, para perderse los hombres.
- Perdóname Jeremías que te interrumpa, pero yo tengo una versión diferente. Yo no creo que exista el tal vampiro.
- Si joven, así como lo oye. Todo este rollo no es más que un invento de las mentes calenturientas que habitan este barrio. Verá usted, muchas de las familias de este barrio, incluyendo la del viejo y la mía, han estado aquí desde épocas remotas, por lo menos dos siglos. Créame, la tradición oral se arraiga y conlleva su propio peso.
- Lo que dice nuestro querido anfitrión es cierto. Mi bisabuelo llegó a este barrio en 1820. Pero yo no puedo estar de acuerdo contigo, barman. Explícame pues, si no hay vampiros en la historia, como es que los Mayorga casi nunca salían de día, por qué se perdía tanta india mujer, por qué eran tan parecidos entre ellos, por qué trataron de esconderse tras la independencia y ¿por que nunca se pudieron ver sus cadáveres?
- ¡Ay, mi estimado viejo! Cómo te crées cuanta bobada se habla por aquí. A ver... Primero, la historia de los Mayorgas arranca en los 1700s así que no hay ningún registro, todo es leyenda oral, cuentos que pasan de madres supersticiosas a hijos ingenuos. Segundo, las familias españolas antiguas de la nobleza casi no se mezclaban con las clases medias y bajas, así que todos se parecían mucho. Nunca has visto mi colección de reproducciones de los retratos de los Austrias? Todos igualitos a lo largo de los siglos, monitos escurridos con ojos claros de ternero degollado, ¡todos igualiticos!
- ¿Ve? Este joven lo confirma, él ha visto los originales en El Prado. Además, salvo el retrato del primer Mayorga que tienen en el museo, no hay ningún otro retrato, NINGUNO.
- ¿Pero donde me dejas la desparición de las indias?
- ¡Viejo! ¿Cuanta gente no ha muerto en el mundo? ¿Cuantos no desaparecen, a diario, incluso hoy día, en pleno siglo XXI?
- Bueno, entonces ¿cual es tu teoría?
- Ya te digo, pero primero démosle un trago a nuestro amigo que lleva rato sin hablar.
- Ya el hombre te dijo que está feliz escuchando, responde, ¿cual es tu teoría?
- Nada, pues creo que simplemente se trataba de gente rara que no le gustaba mezclarse con la indiamenta. Finalmente hubo uno que se casó con alguna lugareña y terminaron mezclándose, así que se les perdió el rastro.
- Pero, ¿por que se perdían las indias?
- Pues seguro que les gustaba robarse una de vez en cuando para violarlas y depués esconderlas en la finca. O en el peor de los casos se les iba la mano y las mataban. Recuerda que los encomenderos en general no consideraban a los indios como seres humanos.
- Pero Mayorga ¡venía precisamente a cambiar ESO!
- ¿Y a quien le consta qué era lo que fuese lo que él pensaba? ¡Mínimo estaba quebrado y no se le ocurrió nada mejor que decir en España con tal de hacerse a con una buena encomienda!
- ¿Ves? ¡Nuestro amigo aquí está de acuerdo!
- Pero entonces, ¿por que se escondieron en la época dela Independencia ?
- ¡Pero por favor! ¡Era un español que traicionó a los suyos para poner a su nombre una fortuna que era nominalmente de la Corona Española!
- Si, pero también tu joven amigo preguntó por que dejaron de perderse las indias y ¡empezaron a perderse los hombres!
- ¡Pues un hecho y otro no tienen nada que ver! En la primera mitad del siglo pasado el país era un desorden, si alguien se perdía, pues no pasaba nada. ¿Cuanta gente no murió en el mas completo anonimato? Además repito que jamás he visto el cadáver exangüe de nadie. Simplemente estos hombres vienen a buscar aventuras en lo que solo es un barrio tranquilo y viejo, casi una ciudad del siglo XIX dentro de la ciudad más grande y al no encontrar nada, se van y no vuelven.
- ¿Pero y las niñas que se pierden cada 10 años? Siempre han sido jovencitas de este barrio. Recuerda que hace 10 años desapareció una de las nietas de González, el zapatero. Era bien linda, ¿o me equivoco?
- Bueno viejo, te confieso que eso si es un misterio. De más que simplemente la niña se aburrió del papá. Ese hijo del zapatero era bien retrógrado. Te apuesto que la china se voló con el novio.
- Pues yo no lo creo. Mira que este año se debe perder otra jovencita y casi siempre es por esta época.
- Si joven, sucede exactamente a mediados de junio CADA 10 AÑOS.
- ¡Eso es pura coincidencia!
- ¿Coincidencia? Por lo que sé, ¡hasta tus hijas podrían perderse! SIEMPRE es una joven del barrio. Y por estos días la única que está en casa es tu Mariushka, ¿no?
- ¡Con Mariushka no te metas, viejo!
- ¿Que me dijo, joven? ¿Y luego usted que tiene que ver con Mariushka? ¡Mariushka, ven aca! ¡Ah, no! ¡¡¡Espérame voy allá!!!
- ¡Que ha hecho joven! ¿En serio habló con Mariushka? No, no es grave, solo que el barman es estricto... Bah, espéreme ya vuelvo.
- No, tranquilo, simplemente tómese otro trago.
- ¿Qué me dijo?
- Claro que lo creo. Y Mariushka podría perfectamente ser la próxima desaparecida.
- Vaya, Jeremías, veo que ha estado entreteniendo a nuestra más reciente adquisición. No le importa que le diga así, ¿cierto mi joven forastero?
- Eso me gusta, ya decía yo que usted era de confianza, así no tenga idea de nada, ¡ja, ja, ja! Mentiras, disculpeme, ya sabe como me gusta bromear. Los estaba escuchando y ví que discutían el tema de la leyenda de Mayorga.
- Precisamente le estaba contando a nuestro amigo el extraño cambio que sufrió Mayorga (asumiendo que siempre haya sido el mismo) a principios del siglo pasado, cuando dejaron (o casi) de desaparecer mujeres, para perderse los hombres.
- Perdóname Jeremías que te interrumpa, pero yo tengo una versión diferente. Yo no creo que exista el tal vampiro.
- Si joven, así como lo oye. Todo este rollo no es más que un invento de las mentes calenturientas que habitan este barrio. Verá usted, muchas de las familias de este barrio, incluyendo la del viejo y la mía, han estado aquí desde épocas remotas, por lo menos dos siglos. Créame, la tradición oral se arraiga y conlleva su propio peso.
- Lo que dice nuestro querido anfitrión es cierto. Mi bisabuelo llegó a este barrio en 1820. Pero yo no puedo estar de acuerdo contigo, barman. Explícame pues, si no hay vampiros en la historia, como es que los Mayorga casi nunca salían de día, por qué se perdía tanta india mujer, por qué eran tan parecidos entre ellos, por qué trataron de esconderse tras la independencia y ¿por que nunca se pudieron ver sus cadáveres?
- ¡Ay, mi estimado viejo! Cómo te crées cuanta bobada se habla por aquí. A ver... Primero, la historia de los Mayorgas arranca en los 1700s así que no hay ningún registro, todo es leyenda oral, cuentos que pasan de madres supersticiosas a hijos ingenuos. Segundo, las familias españolas antiguas de la nobleza casi no se mezclaban con las clases medias y bajas, así que todos se parecían mucho. Nunca has visto mi colección de reproducciones de los retratos de los Austrias? Todos igualitos a lo largo de los siglos, monitos escurridos con ojos claros de ternero degollado, ¡todos igualiticos!
- ¿Ve? Este joven lo confirma, él ha visto los originales en El Prado. Además, salvo el retrato del primer Mayorga que tienen en el museo, no hay ningún otro retrato, NINGUNO.
- ¿Pero donde me dejas la desparición de las indias?
- ¡Viejo! ¿Cuanta gente no ha muerto en el mundo? ¿Cuantos no desaparecen, a diario, incluso hoy día, en pleno siglo XXI?
- Bueno, entonces ¿cual es tu teoría?
- Ya te digo, pero primero démosle un trago a nuestro amigo que lleva rato sin hablar.
- Ya el hombre te dijo que está feliz escuchando, responde, ¿cual es tu teoría?
- Nada, pues creo que simplemente se trataba de gente rara que no le gustaba mezclarse con la indiamenta. Finalmente hubo uno que se casó con alguna lugareña y terminaron mezclándose, así que se les perdió el rastro.
- Pero, ¿por que se perdían las indias?
- Pues seguro que les gustaba robarse una de vez en cuando para violarlas y depués esconderlas en la finca. O en el peor de los casos se les iba la mano y las mataban. Recuerda que los encomenderos en general no consideraban a los indios como seres humanos.
- Pero Mayorga ¡venía precisamente a cambiar ESO!
- ¿Y a quien le consta qué era lo que fuese lo que él pensaba? ¡Mínimo estaba quebrado y no se le ocurrió nada mejor que decir en España con tal de hacerse a con una buena encomienda!
- ¿Ves? ¡Nuestro amigo aquí está de acuerdo!
- Pero entonces, ¿por que se escondieron en la época de
- ¡Pero por favor! ¡Era un español que traicionó a los suyos para poner a su nombre una fortuna que era nominalmente de la Corona Española!
- Si, pero también tu joven amigo preguntó por que dejaron de perderse las indias y ¡empezaron a perderse los hombres!
- ¡Pues un hecho y otro no tienen nada que ver! En la primera mitad del siglo pasado el país era un desorden, si alguien se perdía, pues no pasaba nada. ¿Cuanta gente no murió en el mas completo anonimato? Además repito que jamás he visto el cadáver exangüe de nadie. Simplemente estos hombres vienen a buscar aventuras en lo que solo es un barrio tranquilo y viejo, casi una ciudad del siglo XIX dentro de la ciudad más grande y al no encontrar nada, se van y no vuelven.
- ¿Pero y las niñas que se pierden cada 10 años? Siempre han sido jovencitas de este barrio. Recuerda que hace 10 años desapareció una de las nietas de González, el zapatero. Era bien linda, ¿o me equivoco?
- Bueno viejo, te confieso que eso si es un misterio. De más que simplemente la niña se aburrió del papá. Ese hijo del zapatero era bien retrógrado. Te apuesto que la china se voló con el novio.
- Pues yo no lo creo. Mira que este año se debe perder otra jovencita y casi siempre es por esta época.
- Si joven, sucede exactamente a mediados de junio CADA 10 AÑOS.
- ¡Eso es pura coincidencia!
- ¿Coincidencia? Por lo que sé, ¡hasta tus hijas podrían perderse! SIEMPRE es una joven del barrio. Y por estos días la única que está en casa es tu Mariushka, ¿no?
- ¡Con Mariushka no te metas, viejo!
- ¿Que me dijo, joven? ¿Y luego usted que tiene que ver con Mariushka? ¡Mariushka, ven aca! ¡Ah, no! ¡¡¡Espérame voy allá!!!
- ¡Que ha hecho joven! ¿En serio habló con Mariushka? No, no es grave, solo que el barman es estricto... Bah, espéreme ya vuelvo.
- No, tranquilo, simplemente tómese otro trago.
- ¿Qué me dijo?
- Claro que lo creo. Y Mariushka podría perfectamente ser la próxima desaparecida.
De nuevo Mariushka
- ¿Pero que fue lo que le dijiste a mi padre? ¡Está todo enfurruñado en el fondo de la trastienda!
- ¿Se dio cuenta que habíamos hablado? ¿Pero no te dije que en realidad se molestaba? ¡En verdad si que no entiendes nada de nada!
- Pero no, no, no pasa nada, no te preocupes. En realidad no pasa nada de nada. El solo se "molesta" un poco, pero es porque recién te conoce... Bueno y también porque yo no le dije nada antes que se enterara. ¿Sabes? Lo que pasa es que él recela porque piensa que la mayoría de los muchachos se me acercan únicamente por mi extraordinaria belleza, ¡¡¡ja, ja, ja!!!
- Tan lindo, si, ¡yo sé que te diste cuenta!
- Pero no me puedes negar que ¡el aspecto externo tambien cuenta! ¡Jajajaja!
- ¡Descarado! ¡Jejeje! - ¡Tú también, eres muy querido! ¡Ay que rico, me hiciste reir!
- ¿Dime? ¿Que cosa estaba diciendo el viejo?
- Si, claro que dentro de toda la leyenda absurda de Mayorga por supuesto que le he escuchado al viejo la versión de la joven que se pierde cada diez años...
- ¿Y que? ¡Por supuesto que no creo en nada de eso! ¡Creo la versión de mi padre! ¡Nada es más que el fruto de la calenturienta imaginación de esta gente que piensa que estamos en un pueblo aislado y no en medio de la gran Urbe cosmopolita!
- ¿Como así? ¿Te preocupa que yo pueda ser la próxima joven en desparecer? ¡Que locura dices! ¿De donde sacas eso?
- ¿Lo dice el viejo? ¡Está loco, el viejo! ¡El más que nadie debería saber que son patrañas, pues por algo le dicen el viejo!
- ¡Si, precisamente por eso! ¡Porque conoce a todo el mundo!
- Si, en serio, y de toda la vida, ya te lo he dicho... No me he querido burlar de ti...
- Mira, en realidad no creo correr ningún peligro y por si acaso, tengo a mi padre, a mi madre y a mis hermanas mayores.
- No, no las has conocido porque no todas trabajan en nuestro negocio familiar, pero si insistes en hacerte asiduo de este lugar, finalmente las conocerás.
- ¡Pero que descarado eres! ¿Como así que asiduo de mi? ¡Que te pasa! ¿Quieres que mi padre se infarte? ¡Jajaja, mentiras, claro que si, puedes volverte todo lo asiduo que quieras! Mas bien tomate otro traguito que hace rato te veo solo con el mismo whisky.
- ¿Lo dices en serio? Yo no creo que quieras volarte conmigo solo por rescatarme de un improbable rapto que sucede cada diez años. Yo lo que creo es que tu quieres otra cosa...
- No, no, discúlpame, estaba bromeando. Se que en serio te preocupas por mi, pero créeme, el viejo es un excelente narrador de historias y de seguro te ha influenciado más de la cuenta.
- ¡Ya te dije que yo no corro ningún peligro! Pero por si acaso te tendré en mente para que me rescates.
- Si, te lo prometo.
- Vale, pero por ahora relájate, tomate un traguito y sigue disfrutando de las historias del viejo.
- No, no me puedo tomar uno, pero igual brindo a tu salud. Chao, un besito, mas tarde seguimos charlando.
- ¿Pero que fue lo que le dijiste a mi padre? ¡Está todo enfurruñado en el fondo de la trastienda!
- ¿Se dio cuenta que habíamos hablado? ¿Pero no te dije que en realidad se molestaba? ¡En verdad si que no entiendes nada de nada!
- Pero no, no, no pasa nada, no te preocupes. En realidad no pasa nada de nada. El solo se "molesta" un poco, pero es porque recién te conoce... Bueno y también porque yo no le dije nada antes que se enterara. ¿Sabes? Lo que pasa es que él recela porque piensa que la mayoría de los muchachos se me acercan únicamente por mi extraordinaria belleza, ¡¡¡ja, ja, ja!!!
- Tan lindo, si, ¡yo sé que te diste cuenta!
- Pero no me puedes negar que ¡el aspecto externo tambien cuenta! ¡Jajajaja!
- ¡Descarado! ¡Jejeje! - ¡Tú también, eres muy querido! ¡Ay que rico, me hiciste reir!
- ¿Dime? ¿Que cosa estaba diciendo el viejo?
- Si, claro que dentro de toda la leyenda absurda de Mayorga por supuesto que le he escuchado al viejo la versión de la joven que se pierde cada diez años...
- ¿Y que? ¡Por supuesto que no creo en nada de eso! ¡Creo la versión de mi padre! ¡Nada es más que el fruto de la calenturienta imaginación de esta gente que piensa que estamos en un pueblo aislado y no en medio de la gran Urbe cosmopolita!
- ¿Como así? ¿Te preocupa que yo pueda ser la próxima joven en desparecer? ¡Que locura dices! ¿De donde sacas eso?
- ¿Lo dice el viejo? ¡Está loco, el viejo! ¡El más que nadie debería saber que son patrañas, pues por algo le dicen el viejo!
- ¡Si, precisamente por eso! ¡Porque conoce a todo el mundo!
- Si, en serio, y de toda la vida, ya te lo he dicho... No me he querido burlar de ti...
- Mira, en realidad no creo correr ningún peligro y por si acaso, tengo a mi padre, a mi madre y a mis hermanas mayores.
- No, no las has conocido porque no todas trabajan en nuestro negocio familiar, pero si insistes en hacerte asiduo de este lugar, finalmente las conocerás.
- ¡Pero que descarado eres! ¿Como así que asiduo de mi? ¡Que te pasa! ¿Quieres que mi padre se infarte? ¡Jajaja, mentiras, claro que si, puedes volverte todo lo asiduo que quieras! Mas bien tomate otro traguito que hace rato te veo solo con el mismo whisky.
- ¿Lo dices en serio? Yo no creo que quieras volarte conmigo solo por rescatarme de un improbable rapto que sucede cada diez años. Yo lo que creo es que tu quieres otra cosa...
- No, no, discúlpame, estaba bromeando. Se que en serio te preocupas por mi, pero créeme, el viejo es un excelente narrador de historias y de seguro te ha influenciado más de la cuenta.
- ¡Ya te dije que yo no corro ningún peligro! Pero por si acaso te tendré en mente para que me rescates.
- Si, te lo prometo.
- Vale, pero por ahora relájate, tomate un traguito y sigue disfrutando de las historias del viejo.
- No, no me puedo tomar uno, pero igual brindo a tu salud. Chao, un besito, mas tarde seguimos charlando.
El último tiempo del viejo
- Bueno joven, tranquilícese, ya calmé a nuestro querido barman.
- ¡Ah, pero que valiente! ¿Así que no estaba preocupado? O no conoce para nada al barman, o es usted muy valeroso, o en realidad no le interesa Mariushka y simplemente se va a ir mas tarde para su casa...
- Pero no se me ofenda, solo le estaba picando la lengua. ¿No le hemos dicho ya cien veces lo peculiar de nuestro humor por estos lados?
- Bueno, en todo caso me alegra saber que le interese Mariushka. Como le digo, la conozco desde que era muy joven, pero eso no es mucha gracia, ella aún es una niña, ¡ja, ja! Y es la más consentida del barman.
- Ya se lo dije, pero le repito. Efectivamente cada 10 años se pierde una joven del barrio.
- ¿Por que ella? Verá, este es un barrio antiguo, durantela Colonia era un pueblito cercano a la Capital. No ha habido mucha inmigración y hay familias viejas, muy viejas... Y algunas familias nuevas, que recién tienen chicos pequeños. Así que muchachas de la edad de Mariushka... Pues solo Mariushka. ¿Y quién sabe si el vampiro querrá cambiar la tradición de sacrificar una lugareña cada 10 años?...
- ¡Por supuesto que el vampiro existe! ¡Todo encaja! El barman es un escéptico, ¡pero yo estoy convencido de ello!
- ¡Porque llevo toda la vida oyéndolo! Le escuché la historia a mi padre, que se la escuchó a mi abuelo, que estuvo en el matrimonio del Mayorga de turno, el que fué matrimonio público y ¡a la vista de todos! ¡Y a mi abuelo le constó que dejaron de desaparecer las mujeres, para empezar a desaparecer hombres!
- Bueno, la razón de este cambio no la sé a ciencia cierta. La leyenda habla de varias teorías. Una, es que con el correr de los siglos en el corazón de Mayorga renació el espíritu bueno que originalmente albergaba, el del noble español que quería balancear las injusticias que se cometían contra los indios. Otros han dicho que Mayorga se enamoró tanto, que transformó a su esposa en vampiresa. Pero ella aceptó este matrimonio siniestro solo con la condición que él nunca volviera a atacar a ninguna mujer. ¡Seguro no quería someterse al riesgo que él no se enamorara de otra! ¡Ja, ja, ja!
- Gracias, muy amable, se lo acepto, pero bueno, tómese otro conmigo, ya va completando otra botella y lo veo entero.
- Por supuesto, en su oficio debe estar acostumbrado a reuniones donde abunda el Whisky...
- Hombre, ya que me lo pregunta, en mi familia sí llevamos la línea de la supuesta descendencia de Mayorgas después dela Independencia. ¡Pero insisto en que yo creo que todos son uno mismo!
- Desconozco la razón por la cual evitaron los registros recientes; por eso le decía que es notable que no haya mucho escrito oficial acerca de ellos -salvo las sucesiones en las Notarías, de resto, nada de nada- Pero desde tiempos de mi tatarabuelo, la familia mía le ha seguido la huella al vampiro hasta el día de hoy.
- Si, joven, yo se quién es en teoría el Mayorga actual...
- ¡Pero claro que no se lo voy a decir! ¿Por que habría de hacerlo? ¡Recién lo conozco hoy! ¡Ja, ja,ja! ¡No se asuste! ¡Estoy bromeando! ¿En realidad desea conocer toda la verdad? ¡Ni yo la sé! - ¿En serio? ¿Y por que razón?
- Vaya, me deja sorprendido... ¿Por salvar a Mariushka?
- Pues dejeme decirle que me parece apresurado de su parte todo esto.
- ¡Mi culpa! ¿Y por que sería mi culpa?
- ¡Lo tengo convencido de mi historia! ¡Cree que Mariushka podría estar realmente en peligro! Eso lo que demuestra, joven, es que ¡soy un buen narrador de historias! Y bueno, demuestra su buen corazón...
- Por otro lado yo si estoy convencido de la existencia del vampiro. Como le digo, creo saber de quién se trata.
- ¿Que por qué no lo han acorralado y asesinado? ¡Buena pregunta! Pero yo tengo una pregunta que hacerle a usted, ¿puedo?
- ¿Por qué se interesó usted inicialmente en este tema? ¿Cómo supo de los hombres que deaparecen ocasionalmente?
- Claro, entiendo, su profesión...
- Si, me imagino que desea conocer la verdad, como me dijo hace un rato...
- Pero recuerde que ni el mismo Jesús sabía que erala Verdad... Cuando Pilato se lo preguntó, lo único que Jesús hizo fue callar... Callar y mirar hacia el piso.
-La Verdad , la Verdad... Que tanta cantidad de Mentiras se han tejido a lo largo de la historia para buscar la Verdad , ¿no cree...? Brindemos por la Verdad , ¡ja, ja, ja!
- Otra pregunta. ¿Qué estaría dispuesto a hacer con tal de saber la verdad?
- ¡¡¡No diga eso, joven!!! ¡TODO es algo muy grande e indefinible!
- Todo con tal de salvara a Mariushka... Me impresiona de nuevo... Pero volviendo al tema... ¿Joven? ¿Se encuentra usted bien? Lo veo como pálido, ¿acaso le cayo mal el whisky?
- ¡Barman, venga rápido! ¡Este joven ha perdido el conocimiento!
- Bueno joven, tranquilícese, ya calmé a nuestro querido barman.
- ¡Ah, pero que valiente! ¿Así que no estaba preocupado? O no conoce para nada al barman, o es usted muy valeroso, o en realidad no le interesa Mariushka y simplemente se va a ir mas tarde para su casa...
- Pero no se me ofenda, solo le estaba picando la lengua. ¿No le hemos dicho ya cien veces lo peculiar de nuestro humor por estos lados?
- Bueno, en todo caso me alegra saber que le interese Mariushka. Como le digo, la conozco desde que era muy joven, pero eso no es mucha gracia, ella aún es una niña, ¡ja, ja! Y es la más consentida del barman.
- Ya se lo dije, pero le repito. Efectivamente cada 10 años se pierde una joven del barrio.
- ¿Por que ella? Verá, este es un barrio antiguo, durante
- ¡Por supuesto que el vampiro existe! ¡Todo encaja! El barman es un escéptico, ¡pero yo estoy convencido de ello!
- ¡Porque llevo toda la vida oyéndolo! Le escuché la historia a mi padre, que se la escuchó a mi abuelo, que estuvo en el matrimonio del Mayorga de turno, el que fué matrimonio público y ¡a la vista de todos! ¡Y a mi abuelo le constó que dejaron de desaparecer las mujeres, para empezar a desaparecer hombres!
- Bueno, la razón de este cambio no la sé a ciencia cierta. La leyenda habla de varias teorías. Una, es que con el correr de los siglos en el corazón de Mayorga renació el espíritu bueno que originalmente albergaba, el del noble español que quería balancear las injusticias que se cometían contra los indios. Otros han dicho que Mayorga se enamoró tanto, que transformó a su esposa en vampiresa. Pero ella aceptó este matrimonio siniestro solo con la condición que él nunca volviera a atacar a ninguna mujer. ¡Seguro no quería someterse al riesgo que él no se enamorara de otra! ¡Ja, ja, ja!
- Gracias, muy amable, se lo acepto, pero bueno, tómese otro conmigo, ya va completando otra botella y lo veo entero.
- Por supuesto, en su oficio debe estar acostumbrado a reuniones donde abunda el Whisky...
- Hombre, ya que me lo pregunta, en mi familia sí llevamos la línea de la supuesta descendencia de Mayorgas después de
- Desconozco la razón por la cual evitaron los registros recientes; por eso le decía que es notable que no haya mucho escrito oficial acerca de ellos -salvo las sucesiones en las Notarías, de resto, nada de nada- Pero desde tiempos de mi tatarabuelo, la familia mía le ha seguido la huella al vampiro hasta el día de hoy.
- Si, joven, yo se quién es en teoría el Mayorga actual...
- ¡Pero claro que no se lo voy a decir! ¿Por que habría de hacerlo? ¡Recién lo conozco hoy! ¡Ja, ja,ja! ¡No se asuste! ¡Estoy bromeando! ¿En realidad desea conocer toda la verdad? ¡Ni yo la sé! - ¿En serio? ¿Y por que razón?
- Vaya, me deja sorprendido... ¿Por salvar a Mariushka?
- Pues dejeme decirle que me parece apresurado de su parte todo esto.
- ¡Mi culpa! ¿Y por que sería mi culpa?
- ¡Lo tengo convencido de mi historia! ¡Cree que Mariushka podría estar realmente en peligro! Eso lo que demuestra, joven, es que ¡soy un buen narrador de historias! Y bueno, demuestra su buen corazón...
- Por otro lado yo si estoy convencido de la existencia del vampiro. Como le digo, creo saber de quién se trata.
- ¿Que por qué no lo han acorralado y asesinado? ¡Buena pregunta! Pero yo tengo una pregunta que hacerle a usted, ¿puedo?
- ¿Por qué se interesó usted inicialmente en este tema? ¿Cómo supo de los hombres que deaparecen ocasionalmente?
- Claro, entiendo, su profesión...
- Si, me imagino que desea conocer la verdad, como me dijo hace un rato...
- Pero recuerde que ni el mismo Jesús sabía que era
-
- Otra pregunta. ¿Qué estaría dispuesto a hacer con tal de saber la verdad?
- ¡¡¡No diga eso, joven!!! ¡TODO es algo muy grande e indefinible!
- Todo con tal de salvara a Mariushka... Me impresiona de nuevo... Pero volviendo al tema... ¿Joven? ¿Se encuentra usted bien? Lo veo como pálido, ¿acaso le cayo mal el whisky?
- ¡Barman, venga rápido! ¡Este joven ha perdido el conocimiento!
viernes, 28 de octubre de 2011
LEYENDAS CORTAS: este es un cuento bastante largo, lo publico por partes. Interesante es que al protagonista de este cuento le hablan, el debe responder algo, pero nunca se le escucha lo que el dice en esta narracion. Cada lector debe adivinar para donde va la intención narrativa.
LEYENDAS CORTAS
El tiempo del barman.
-Mire, usted no me lo está preguntando, pero es la primera vez que lo veo por este barrio. Es más, yo diría que Usted no es de esta ciudad. Que por que lo digo? Ay, vecino, si es que se le nota de lejos lo calentano, mírese las medias no más, ¡ja, ja, ja!
- No mentiras, estoy bromeando, no me haga caso. Es que las personas de esta ciudad somos como cansonas a veces. Pero venga, siéntese en la barra, tranquilo, va por cuenta de la casa, eso sí, así está mejor, con confianza. Pero vea, mas bien cuénteme a que se dedica, que lo trae a estas horas tan oscuras y por estos lados tan tardíos de la ciudad. Usted debe saber que por estos rincones se ha perdido mucho hombre solo, en especial si no es de por aquí. Que por que? Pues dicen que de vez en cuando estos señores desaparecen y luego los encuentran varios días después, por ahí abandonados, sin una gota de sangre en el cuerpo. No señor, yo nunca he visto ningún cuerpo de esos, pero le puedo asegurar que es verdad. No, como le digo, nunca he visto un cadáver sin sangre, pero si he sabido de casos. Hace alrededor de 9 ó 10 meses vino a este barcito tan alejado del mundo, tan al margen de los grandes acontecimientos, tan al lado del camino, disculpe que me ponga hiperbólico, es que las luces del atardecer me llevan lejos en el tiempo, la memoria y la distancia, pero no me deje irme por las ramas, interrúmpame cuando lo haga. Es que yo todos los días, atendiendo en este bar en esta loma en la parte antigua dela Metrópolis tan moderna y sin embargo este barrio tan tranquilo, tan abandonado, tan viejo, que es raro ver forasteros. Imagínese lo que acabo de decir, extranjeros en la Ciudad cosmopolita, la Urbe implacable y vanguardista.
- Pero otra vez me fui en descripciones redundantes e innecesarias. Vaya, veo que ya se terminó el scotch, no se preocupe, el que sigue también va por mi cuenta. Más bien mientras lo disfruta yo voy a la trastienda a arreglar un pedido, si necesita algo puede llamara Mariushka, ella es mi hija menor, algo tímida pero muy servicial. ¡¡¡Pero cuidado me la mira mucho, que es muy bonita, y yo no tolero a los que me la miran en demasía!!! ¡¡¡Ja, ja, ja, de nuevo estoy bromeando!!! No crea que yo soy de esos viejos retrógrados, claro que no! Mariushka, mi tesoro, los ojos de mi vida, por favor estate pendiente del forastero, me lo atiendes bien a don... ¿Como me dijo que se llamaba, mi señor? Bueno, ya vuelvo, está en su casa, o mejor dicho, en mi bar, pero considérelo como su segundo hogar, del que nunca va a querer irse!
-Mire, usted no me lo está preguntando, pero es la primera vez que lo veo por este barrio. Es más, yo diría que Usted no es de esta ciudad. Que por que lo digo? Ay, vecino, si es que se le nota de lejos lo calentano, mírese las medias no más, ¡ja, ja, ja!
- No mentiras, estoy bromeando, no me haga caso. Es que las personas de esta ciudad somos como cansonas a veces. Pero venga, siéntese en la barra, tranquilo, va por cuenta de la casa, eso sí, así está mejor, con confianza. Pero vea, mas bien cuénteme a que se dedica, que lo trae a estas horas tan oscuras y por estos lados tan tardíos de la ciudad. Usted debe saber que por estos rincones se ha perdido mucho hombre solo, en especial si no es de por aquí. Que por que? Pues dicen que de vez en cuando estos señores desaparecen y luego los encuentran varios días después, por ahí abandonados, sin una gota de sangre en el cuerpo. No señor, yo nunca he visto ningún cuerpo de esos, pero le puedo asegurar que es verdad. No, como le digo, nunca he visto un cadáver sin sangre, pero si he sabido de casos. Hace alrededor de 9 ó 10 meses vino a este barcito tan alejado del mundo, tan al margen de los grandes acontecimientos, tan al lado del camino, disculpe que me ponga hiperbólico, es que las luces del atardecer me llevan lejos en el tiempo, la memoria y la distancia, pero no me deje irme por las ramas, interrúmpame cuando lo haga. Es que yo todos los días, atendiendo en este bar en esta loma en la parte antigua de
- Pero otra vez me fui en descripciones redundantes e innecesarias. Vaya, veo que ya se terminó el scotch, no se preocupe, el que sigue también va por mi cuenta. Más bien mientras lo disfruta yo voy a la trastienda a arreglar un pedido, si necesita algo puede llamara Mariushka, ella es mi hija menor, algo tímida pero muy servicial. ¡¡¡Pero cuidado me la mira mucho, que es muy bonita, y yo no tolero a los que me la miran en demasía!!! ¡¡¡Ja, ja, ja, de nuevo estoy bromeando!!! No crea que yo soy de esos viejos retrógrados, claro que no! Mariushka, mi tesoro, los ojos de mi vida, por favor estate pendiente del forastero, me lo atiendes bien a don... ¿Como me dijo que se llamaba, mi señor? Bueno, ya vuelvo, está en su casa, o mejor dicho, en mi bar, pero considérelo como su segundo hogar, del que nunca va a querer irse!
El tiempo de Mariushka
- ¿Seguro que no quiere nada mas? Vea que el whiskicito que le está ofreciendo mi padre es de la mejor calidad. ¿Si? ¿Le sirvo otrico? Vale, así está mucho mejor, ¡que bueno!
- Veo que ha estado preguntándole a mi padre acerca de los desaparecidos. Vea, yo no creo en supersticiones, no creo en brujas, no creo en espantos. ¿Sabe que soy una chica moderna? Claro, si hasta voy a la universidad, lo que pasa es que estoy de vacaciones, pero me inscribí en economía el año pasado y hasta me ha ido bien, ¡sí señor!
- Pero bueno, como le venía diciendo, yo no creo en esas cosas, pero este barrio es muy viejo y dicen que los hombres solitarios se pierden desde hace más de un siglo, si, me oyó bien, ¡un siglo! Claro, este barrio existe desde la época dela Colonia. La leyenda dice que estas calles alojan a una familia de vampiros que curiosamente no se nutre de mujeres jóvenes y hermosas sino de hombres solitarios, preferiblemente de lugares alejados, hoy en día debería decirse de barrios alejados, tanto ha crecido esta urbe!
- No, no tengo ni idea que porque se pierden precisamente ellos, no sé por qué esta desviación local de la tradición vampírica generalmente aeptada, pero eso me conviene enormemente, ¿no cree? ¿Que como así que por que? ¡Ay, tiene razón mi padre al decir que es Usted calentano, es que no entiende ni una! A lo que me refiero es, que en el remoto caso de ser cierta esta leyenda, yo no correría peligro, pues soy de aquí y soy una chica muy querida, justo lo que a ellos no les apetece, que suerte la mía, ¡ja, ja, ja!
- Vea, cambiando de tema, no le pare muchas bolas a mi padre, vive con la historia del bar de un rincón olvidado de la ciudad, cuando en realidad este barrio antiguo es un foco turístico permanentemente visitado por su arquitectura, sus museos y claro, por su vida nocturna. Aquí no corre ningún peligro, así que disfrute su velada y que tenga éxito en su investigación.
- No, yo tampoco he visto nunca un supuesto muerto de esos, pero si es cierto que hace 10 meses por aquí estuvo un señor que supuestamente desapareció después.
- No, nunca llegué a hablar con él. No saludo a todos los clientes que vienen a este bar, en realidad soy tímida. Pero no todos los días se ven unos ojos como los suyos por aquí. ¡Ja, ja, ni mas faltaba!
- Sí, otro día podría ser que le aceptara un cafecito.
- Me gusta esa idea, vale, pero ahora tengo que atender otras mesas, pero sí, está bien y mientras tanto tómese otro traguito, que mi padre invitó a la botella entera.
- ¿Seguro que no quiere nada mas? Vea que el whiskicito que le está ofreciendo mi padre es de la mejor calidad. ¿Si? ¿Le sirvo otrico? Vale, así está mucho mejor, ¡que bueno!
- Veo que ha estado preguntándole a mi padre acerca de los desaparecidos. Vea, yo no creo en supersticiones, no creo en brujas, no creo en espantos. ¿Sabe que soy una chica moderna? Claro, si hasta voy a la universidad, lo que pasa es que estoy de vacaciones, pero me inscribí en economía el año pasado y hasta me ha ido bien, ¡sí señor!
- Pero bueno, como le venía diciendo, yo no creo en esas cosas, pero este barrio es muy viejo y dicen que los hombres solitarios se pierden desde hace más de un siglo, si, me oyó bien, ¡un siglo! Claro, este barrio existe desde la época de
- No, no tengo ni idea que porque se pierden precisamente ellos, no sé por qué esta desviación local de la tradición vampírica generalmente aeptada, pero eso me conviene enormemente, ¿no cree? ¿Que como así que por que? ¡Ay, tiene razón mi padre al decir que es Usted calentano, es que no entiende ni una! A lo que me refiero es, que en el remoto caso de ser cierta esta leyenda, yo no correría peligro, pues soy de aquí y soy una chica muy querida, justo lo que a ellos no les apetece, que suerte la mía, ¡ja, ja, ja!
- Vea, cambiando de tema, no le pare muchas bolas a mi padre, vive con la historia del bar de un rincón olvidado de la ciudad, cuando en realidad este barrio antiguo es un foco turístico permanentemente visitado por su arquitectura, sus museos y claro, por su vida nocturna. Aquí no corre ningún peligro, así que disfrute su velada y que tenga éxito en su investigación.
- No, yo tampoco he visto nunca un supuesto muerto de esos, pero si es cierto que hace 10 meses por aquí estuvo un señor que supuestamente desapareció después.
- No, nunca llegué a hablar con él. No saludo a todos los clientes que vienen a este bar, en realidad soy tímida. Pero no todos los días se ven unos ojos como los suyos por aquí. ¡Ja, ja, ni mas faltaba!
- Sí, otro día podría ser que le aceptara un cafecito.
- Me gusta esa idea, vale, pero ahora tengo que atender otras mesas, pero sí, está bien y mientras tanto tómese otro traguito, que mi padre invitó a la botella entera.
El tiempo del viejo
- Tranquilo, no me mire así, no se asuste... Yo solo siento curiosidad por saber a que sabe ese whisky suyo como tan fino...
- ¿En serio? ¿Me invita a un trago? ¡Que amable de su parte!
- Jeremías, Jeremías Cristancho para servirle, pero por aquí me dicen el viejo, no tanto por mis 70 años, como por lo que conozco a toda esta gente desde que era muy joven.
- Si señor, así es, toda mi vida la he pasado en este barrio.
- ¡Ah! ¿Usted también está averiguando por los muertos? Pués déjeme advertirle algo: ¡no se trata de ningún cuento! ¡En realidad ha sucedido!
- No, yo tampoco he visto ningún cadáver, pero he vivido aquí toda la vida, y uno escucha cosas. Le aseguro que esos hombres están bien muertos y ¡sin una gota de sangre! ¿Que por qué lo se si no los he visto?
- Usted si es que realmente no entiende nada, parece calentano, ¡ja, ja, ja!
- Déjeme le cuento, pero primero invíteme a otro traguito, eso sí, ¡así esta mejor! ¡Salud! Mi Dios me lo conserve sanito, usted es muy amable.
- Bueno, ahora si le cuento: la leyenda dice que a mediados del siglo XVII arribó a la antigua aldea colonial, si señor, la misma que hoy en día es esta monumental urbe. Como le decía, a mediados del XVII llegó un vampiro llamado Mayorga. Antes de convertirse en un vampiro era un conde de la corte española. Se dice que había sido un cristiano probo y que detestaba las maneras en que se decía eran tratados los indios y los negros en las Colonias, así que obtuvo una cédula real, le asignaron una encomienda y se vino a comprobar el estado de las cosas con sus propios ojos y juró que cambiaría toda injusticia que encontrara. Pero algo le sucedió en el camino y el personaje que arribó a la encomienda era el ser mas sanguinario que se haya conocido. Solo se le veía de noche y en pocos meses diezmó la población de su encomienda, especimente de indias jóvenes. Luego las cosas se calmaron un poco, pero al señor encomendero Mayorga rara vez se le veía y manejaba todos sus asuntos a través de emisarios. De todas maneras, de vez en cuando se perdía alguna india, pero como es natural, de esos hechos no hay ningún registro escrito. Finalmente tras una sorprendente larga vida, Mayorga falleció en 1709, dejando todos sus bienes, que no eran pocos, a nombre de un sobrino segundo que nadie había visto nunca, pero a cuyo arribo a la encomienda varias semanas después, a todos sorprendió por su asombroso parecido con el tío y por poseer la misma maña de nunca salir de día. A partir de allí surgió la leyenda que Mayorga y su sobrino no eran más que uno mismo, un vampiro para mas señas, que había urdido esta estratagema para borrar sus huellas. Lo curioso del caso es que dicen que al entierro de Mayorga nadie fue y por lo tanto nadie pudo verificar la presencia del muerto en el cajón.
- Veo que no lo estoy aburriendo con esta leyenda tan antigua, pero tan propia de este lugar, pues dicen que cuando la aldea creció y se formó este barrio, en esta misma calle quedaba la antigua hacienda del encomendero Mayorga.
- Sí, por supuesto que sé mas cosas de esta leyenda, pero a palo seco no se puede: déjese ver con otra botellita, mi querido extraño, ¡que esta ya se acabó!
-¡Bien, perfecto! Le aseguro que cuando menos, tendrá usted un tema para un buen cuento, o para un artículo, pues se me antoja, por su manera de preguntar las cosas, que es Usted un periodista.
- Déjeme voy al baño y mientras tanto que vayan trayendo la otra.
- Si señor, descuide, no me voy a ir. Charlar con Usted es delicioso. ¡Ya nos vemos!
- Tranquilo, no me mire así, no se asuste... Yo solo siento curiosidad por saber a que sabe ese whisky suyo como tan fino...
- ¿En serio? ¿Me invita a un trago? ¡Que amable de su parte!
- Jeremías, Jeremías Cristancho para servirle, pero por aquí me dicen el viejo, no tanto por mis 70 años, como por lo que conozco a toda esta gente desde que era muy joven.
- Si señor, así es, toda mi vida la he pasado en este barrio.
- ¡Ah! ¿Usted también está averiguando por los muertos? Pués déjeme advertirle algo: ¡no se trata de ningún cuento! ¡En realidad ha sucedido!
- No, yo tampoco he visto ningún cadáver, pero he vivido aquí toda la vida, y uno escucha cosas. Le aseguro que esos hombres están bien muertos y ¡sin una gota de sangre! ¿Que por qué lo se si no los he visto?
- Usted si es que realmente no entiende nada, parece calentano, ¡ja, ja, ja!
- Déjeme le cuento, pero primero invíteme a otro traguito, eso sí, ¡así esta mejor! ¡Salud! Mi Dios me lo conserve sanito, usted es muy amable.
- Bueno, ahora si le cuento: la leyenda dice que a mediados del siglo XVII arribó a la antigua aldea colonial, si señor, la misma que hoy en día es esta monumental urbe. Como le decía, a mediados del XVII llegó un vampiro llamado Mayorga. Antes de convertirse en un vampiro era un conde de la corte española. Se dice que había sido un cristiano probo y que detestaba las maneras en que se decía eran tratados los indios y los negros en las Colonias, así que obtuvo una cédula real, le asignaron una encomienda y se vino a comprobar el estado de las cosas con sus propios ojos y juró que cambiaría toda injusticia que encontrara. Pero algo le sucedió en el camino y el personaje que arribó a la encomienda era el ser mas sanguinario que se haya conocido. Solo se le veía de noche y en pocos meses diezmó la población de su encomienda, especimente de indias jóvenes. Luego las cosas se calmaron un poco, pero al señor encomendero Mayorga rara vez se le veía y manejaba todos sus asuntos a través de emisarios. De todas maneras, de vez en cuando se perdía alguna india, pero como es natural, de esos hechos no hay ningún registro escrito. Finalmente tras una sorprendente larga vida, Mayorga falleció en 1709, dejando todos sus bienes, que no eran pocos, a nombre de un sobrino segundo que nadie había visto nunca, pero a cuyo arribo a la encomienda varias semanas después, a todos sorprendió por su asombroso parecido con el tío y por poseer la misma maña de nunca salir de día. A partir de allí surgió la leyenda que Mayorga y su sobrino no eran más que uno mismo, un vampiro para mas señas, que había urdido esta estratagema para borrar sus huellas. Lo curioso del caso es que dicen que al entierro de Mayorga nadie fue y por lo tanto nadie pudo verificar la presencia del muerto en el cajón.
- Veo que no lo estoy aburriendo con esta leyenda tan antigua, pero tan propia de este lugar, pues dicen que cuando la aldea creció y se formó este barrio, en esta misma calle quedaba la antigua hacienda del encomendero Mayorga.
- Sí, por supuesto que sé mas cosas de esta leyenda, pero a palo seco no se puede: déjese ver con otra botellita, mi querido extraño, ¡que esta ya se acabó!
-¡Bien, perfecto! Le aseguro que cuando menos, tendrá usted un tema para un buen cuento, o para un artículo, pues se me antoja, por su manera de preguntar las cosas, que es Usted un periodista.
- Déjeme voy al baño y mientras tanto que vayan trayendo la otra.
- Si señor, descuide, no me voy a ir. Charlar con Usted es delicioso. ¡Ya nos vemos!
Otra vez Mariushka
- Hola, veo que estás muy cómodo, deja yo te sirvo el primer traguito de esta nueva botella.
- Si, no hay problema, casi no hay nadie, me puedo sentar un ratico contigo. No, no tranquilo, no me voy a tomar nada, aún no tengo sed.
- ¿Aburrirme? Jamás, me dvierto en este trabajo, ayudo a mi padre y ¿sabes? adoro este barrio. Veo que podrías llegar a adorarlo también, has estado hablando con el viejo.
- Si, definitivamente es muy querido y gracioso, el viejo, conoce a todo el mundo en este barrio, como el dice.
- Exacto, a todo el mundo y desde que era muy joven.
- El, o el mundo? ¡Ay, que chistoso eres! ¡Pues es obvio, gran tontito! De veras que tú si no entiendes es nada de nada, ¡ja,ja,ja!
- Discúlpame, tu sabes que tengo la misma tendencia a bromear de mi padre.
- Por supuesto que he escuchado todas esas historias tontas del viejo, pero ya te dije lo que pienso de ellas. Esan son supercherías, yo soy una chica moderna. Y además te adelanto: esa no es la única historia loca que se sabe el viejo y además le gusta tanto el trago, que te estaría contando historias hasta mañana con tal de estar al lado de la botellita esa tan linda que te acaban de dejar a tu lado.
- ¿Que fui yo la que deje esa botellita ahí? No te lo puedo creer, ¡ja, ja, ja!
- Gracias, tus ojos también son lindos cuando ríes.
- ¿Sabes? Por hoy me gustaría dejar el trabajo e irme a dar una vuelta por ahí contigo.
- Bah, no bromées, además mi padre sí suele ser estricto, sobre todo si es la primera vez que te ve y ya sabes, no confía mucho en los que no son de este barrio, pero podría ser otro día, o quizá mas tarde, ¿quien sabe? ¡Si me sigues mirando así me vas a convencer!
- No señor, velo tan confianzudo, ¡que tal! ....Mentiras, claro que si.
- Rico, muy rico. Nos vemos ahora, voy a ver que quiere la señora del fondo. Chao.
- Hola, veo que estás muy cómodo, deja yo te sirvo el primer traguito de esta nueva botella.
- Si, no hay problema, casi no hay nadie, me puedo sentar un ratico contigo. No, no tranquilo, no me voy a tomar nada, aún no tengo sed.
- ¿Aburrirme? Jamás, me dvierto en este trabajo, ayudo a mi padre y ¿sabes? adoro este barrio. Veo que podrías llegar a adorarlo también, has estado hablando con el viejo.
- Si, definitivamente es muy querido y gracioso, el viejo, conoce a todo el mundo en este barrio, como el dice.
- Exacto, a todo el mundo y desde que era muy joven.
- El, o el mundo? ¡Ay, que chistoso eres! ¡Pues es obvio, gran tontito! De veras que tú si no entiendes es nada de nada, ¡ja,ja,ja!
- Discúlpame, tu sabes que tengo la misma tendencia a bromear de mi padre.
- Por supuesto que he escuchado todas esas historias tontas del viejo, pero ya te dije lo que pienso de ellas. Esan son supercherías, yo soy una chica moderna. Y además te adelanto: esa no es la única historia loca que se sabe el viejo y además le gusta tanto el trago, que te estaría contando historias hasta mañana con tal de estar al lado de la botellita esa tan linda que te acaban de dejar a tu lado.
- ¿Que fui yo la que deje esa botellita ahí? No te lo puedo creer, ¡ja, ja, ja!
- Gracias, tus ojos también son lindos cuando ríes.
- ¿Sabes? Por hoy me gustaría dejar el trabajo e irme a dar una vuelta por ahí contigo.
- Bah, no bromées, además mi padre sí suele ser estricto, sobre todo si es la primera vez que te ve y ya sabes, no confía mucho en los que no son de este barrio, pero podría ser otro día, o quizá mas tarde, ¿quien sabe? ¡Si me sigues mirando así me vas a convencer!
- No señor, velo tan confianzudo, ¡que tal! ....Mentiras, claro que si.
- Rico, muy rico. Nos vemos ahora, voy a ver que quiere la señora del fondo. Chao.
Otro tiempo del viejo
- Ah, delicioso,muy rico el trago, muchas gracias. ¿Desea que le siga contando viejas historias?
- Bueno, habíamos quedado en la vez que Mayorga dejó todo a su supuesto sobrino segundo. Había sin embargo alunas cosas contradictorias, que no cuadraban muy bien; pues a este sobrino se le veía ocasionalmente de día en la población, era más bien callado y en general administró muy bien los bienes. Sin embargo los rumores de ser un vampiro continuaban, pues de vez en cuando se seguían perdiendo las indias. Tuvo también una vida larga y según se decía, había tenido un hijo natural con una de las indias, la más bonita de la hacienda. Dicho hijo era muy enfermizo y nunca salía de la casa, pero cuando el segundo Mayorga murió en 1776, el muchacho era un hombre hecho y derecho, igual a su padre. A nadie le extrañó que al hacerse cargo de las encomiendas, mantuviera la costumbre de dejarse ver muy poco y principalmente de noche. Este Mayorga era demasiado discreto y murió supuestamente en 1801 sin dejar descendencia, debido según se decía, a que era tan enfermizo, el pobre. Así que de nuevo llegó de España otro familiar cercano, un primo tercero de apellido Fuenmayor y Mayorga Cardona. Fue el último encomendero. Es sorprendente como la línea de Mayorgas se puede seguir claramente en los documentos oficiales desde su llegada a la colonia hasta las vísperas de la independencia, no así posteriormente. Este Fuenmayor vió los sucesos que se avenían y decidió aliarse con el ejército libertador, traicionando así a los españoles. Por supuesto, tras 1819 una parte de su antigua encomienda y gran parte, si no la totalidad de la antigua fortuna pasó de manos de la corona española, a sus manos personales. Un gran general del ejército patriota recibió una considerable comisión por ayudar a tramitar el ¨traspaso legal de bienes¨.
Después de eso, la línea de los Mayorgas se pierde de los archivos, aunque los bienes siempre son heredados por alguien sin que se presente ningún tipo de reclamación o querella.
- ¿Que que tienen que ver todos estos datos con la historia del vampiro? ¡Ay hombre, usted no entiende! Trato de establecer que hay una línea continua desde el primer Mayorga, por lo menos hasta 1910.
- Por que hasta esa época? Pues esa fecha tiene de especial el hecho que el Mayorga de esa ocasión se casó públicamente, frente a todo el mundo, con amplio registro gráfico y documental y a partir de ahí dejaron de perderse las mujeres, y algún tiempo después empezaron a perderse los hombres.
- Si señor, así como se lo digo. No se volvió a perder ninguna mujer. O casi, bueno, solo se pierde una joven más o menos cada 10 años.
- Ah, delicioso,muy rico el trago, muchas gracias. ¿Desea que le siga contando viejas historias?
- Bueno, habíamos quedado en la vez que Mayorga dejó todo a su supuesto sobrino segundo. Había sin embargo alunas cosas contradictorias, que no cuadraban muy bien; pues a este sobrino se le veía ocasionalmente de día en la población, era más bien callado y en general administró muy bien los bienes. Sin embargo los rumores de ser un vampiro continuaban, pues de vez en cuando se seguían perdiendo las indias. Tuvo también una vida larga y según se decía, había tenido un hijo natural con una de las indias, la más bonita de la hacienda. Dicho hijo era muy enfermizo y nunca salía de la casa, pero cuando el segundo Mayorga murió en 1776, el muchacho era un hombre hecho y derecho, igual a su padre. A nadie le extrañó que al hacerse cargo de las encomiendas, mantuviera la costumbre de dejarse ver muy poco y principalmente de noche. Este Mayorga era demasiado discreto y murió supuestamente en 1801 sin dejar descendencia, debido según se decía, a que era tan enfermizo, el pobre. Así que de nuevo llegó de España otro familiar cercano, un primo tercero de apellido Fuenmayor y Mayorga Cardona. Fue el último encomendero. Es sorprendente como la línea de Mayorgas se puede seguir claramente en los documentos oficiales desde su llegada a la colonia hasta las vísperas de la independencia, no así posteriormente. Este Fuenmayor vió los sucesos que se avenían y decidió aliarse con el ejército libertador, traicionando así a los españoles. Por supuesto, tras 1819 una parte de su antigua encomienda y gran parte, si no la totalidad de la antigua fortuna pasó de manos de la corona española, a sus manos personales. Un gran general del ejército patriota recibió una considerable comisión por ayudar a tramitar el ¨traspaso legal de bienes¨.
Después de eso, la línea de los Mayorgas se pierde de los archivos, aunque los bienes siempre son heredados por alguien sin que se presente ningún tipo de reclamación o querella.
- ¿Que que tienen que ver todos estos datos con la historia del vampiro? ¡Ay hombre, usted no entiende! Trato de establecer que hay una línea continua desde el primer Mayorga, por lo menos hasta 1910.
- Por que hasta esa época? Pues esa fecha tiene de especial el hecho que el Mayorga de esa ocasión se casó públicamente, frente a todo el mundo, con amplio registro gráfico y documental y a partir de ahí dejaron de perderse las mujeres, y algún tiempo después empezaron a perderse los hombres.
- Si señor, así como se lo digo. No se volvió a perder ninguna mujer. O casi, bueno, solo se pierde una joven más o menos cada 10 años.
lunes, 24 de octubre de 2011
A veces no tengo nada que decir
A VECES NO TENGO NADA QUE DECIR
Así que se levantó pensando que sería bueno dedicarle un tiempo a la filosofía, al noble arte de pensar. Decidió que sería grandilocuente poder verter algo de su vasto conocimiento en unas cuantas líneas inspiradas, traer una nueva luz al mundo, ser el faro guía de la próxima generación, desbaratar los paradigmas, establecer un nuevo orden, profetizar la llegada del siguiente hito cultural, retar al establishment y dejarlo tirado en el camino, fatigado, asombrado, sobrecogido ante su portentosa capacidad. Soñando con haber realizado ya su texto definitivo, lo que ni por error el día anterior había pasado por su mente, se sentó en la pequeña silla que tenía atrás, en el patio privado del balcón posterior, en donde solía sentarse a buscar inspiración, a que la musa lo tocara.
Recordó todas aquellas grandes obras que había leído en el pasado, aquellos grandes autores que anteriormente le habían brindado momentos de asombro, gratos instantes de diversión, momentos de locura banal, aventuras en mundos por él no conocidos. Recordó por un instante divertido a Cortázar. Imaginó que estaba en un país nórdico, o en Irlanda, o en Escocia tal vez, donde la leyenda dice que introducen páginas en blanco al azar, en el medio de los libros al momento de imprimirlos. Si el lector desemboca a las tres en punto de la tarde ante una de las páginas en blanco, inmediata, súbita y definitivamente muere.
Algo no encaja en esta leyenda de miedo. Sería más elegante morir si te encontraras las páginas en blanco a una hora más dramática, por ejemplo a mediodía. Miró el reloj... 10:52. Se rió con desdén. Supercherías de abuelas elegantemente contadas por un hombre genial con la pluma. Y sin embargo recordó que en su adolescencia, ese cuento tan corto, menos de dos párrafos, lo había asustado.Recordó todas aquellas grandes obras que había leído en el pasado, aquellos grandes autores que anteriormente le habían brindado momentos de asombro, gratos instantes de diversión, momentos de locura banal, aventuras en mundos por él no conocidos. Recordó por un instante divertido a Cortázar. Imaginó que estaba en un país nórdico, o en Irlanda, o en Escocia tal vez, donde la leyenda dice que introducen páginas en blanco al azar, en el medio de los libros al momento de imprimirlos. Si el lector desemboca a las tres en punto de la tarde ante una de las páginas en blanco, inmediata, súbita y definitivamente muere.
Pensó que se había levantado un poco tarde, dados los excesos de la noche anterior. Vagamente recordaba haber estado dibujando unos bocetos para aquel cortometraje animado que le hubiera prometido a un amigo de infancia, tantas décadas atrás. Habían estado acompañando la excelente cena Thai con vino, después unas cervezas, luego acudieron finalmente a la reunión, había muchos invitados en el estudio de Mitch, gente VIP, gente ampulosa, engreída, pero también ávida de dejarse ver con la crema y nata del circulillo intelectual de ésta tortuosa y compleja Capital...
Más vino, algunos escoceses en las rocas, mucha interlocución, música alta, algo de locura y él, en el centro, explicándole al corrillo de avanzada la razón por la cual la obra gráfica de Hugo Pratt era imprescindible en cualquier casa medianamente culta.
¿Con que persona había abandonado el estudio de Mitch? ¿Quién era esa chica joven de ojos acaramelados? No importaba, al fin y al cabo, al despertar a la madrugada y observar su cuerpo cincuentón, incipientemente desgastado, a ella con seguridad le habría entrado el pánico y habría huido. Lo malo era no recordar los detalles, pues el acto en sí es viejo conocido y ha sido utilizado hasta la saciedad. Pero el detalle... ¡Ah! Ahí es donde se suele encontrar la respuesta a la curiosidad por la diversidad. Ya que no recordaba el detalle y debido a que no activó el sistema de grabación oculto, pues no pensaba que nada extraordinario fuese a resultar de la reunión de Mitch, se maldijo por haber perdido esta única oportunidad de agregar un nuevo punto de comparación al estudio de la construcción de su Teoría Universal del Amor.
En fin, no habría podido eludir la mencionada cita donde Mitch. Era el lanzamiento de la última producción de esos jovencitos irrespetuosos que habían logrado llamar tanto la atención de los medios, durante, tal vez, los últimos tres años. A veces la crema y nata del intelecto debía untarse de Cultura Pop.
Estaba muy cansado. Algo no ajustaba bien aquella mañana-casi-mediodía. Se rascó en la nalga y se asombró ante este gesto tan común y cotidiano, como si fuera la primera vez que lo realizara, como si el hecho de tener nalga pruriginosa le hubiera descendido violentamente al terreno de la carne, la sangre, el nervio, la tripa. Sintió dolor de cabeza y sed.
Se incomodó ante tanto síntoma físico: cansancio, cefalea, prurito, sed, casi como si su cuerpo al enviarle tanta información somática le estuviera interrumpiendo al cerebro su alta misión de pensar. Mientras se dirigía al refrigerador maldijo sus pies cansados, la artrosis de cadera, el guayabo físico y la urgencia de sus intestinos. Satisfacer su fisiología le tomaría mucho menos tiempo que satisfacer su Psique, pero se le antojaba harto arduo y dispendioso tener que bañarse, prepararse comida, ponerse ropa cómoda pero presentable, por si alguien aparecía por su Pent House, tomarse un par de sobres de Sal de Frutas, o tal vez mejor una cerveza bien fría, hidratarse, peinarse, cagar. Y todo eso antes de por fin poderse dedicar a iluminar el mundo con su siguiente artículo. Incluso alguien tan importante como él debía cumplir algunos compromisos, principalmente los laborales. Tenía que escribir la columna del domingo para el Diario Nacional. Justo al pensar en esa obligación sublimó el propósito del deber, al constatar que contaba con una ventana muy conocida, desde donde podría, como se lo había propuesto, dejar ver algo de su grandeza.
Al abrir la puerta y admirar el caos interior del refrigerador, se preguntó por que razón todo lo que escribía terminaba siendo autobiográfico, de alguna manera indefinible, pero por él siempre aprehensible. Incluso cuando redactaba guiones para comerciales, su experiencia vital terminaba metiendo baza. Tanto pensamiento espurio me va a terminar haciendo daño, decidió, mientras sacaba una jarra de naranjada con hielos y la mezclaba con Vodka. No hay mejor remedio para un guayabo pomarroso, se dijo riendo, al recordar los términos particulares en que su padre se refería al Mal de Tragos.
No debería existir riña entre los aspectos prosaicos de la vida y el sublime oficio de escribir, este destornillador me quedó bien preparado. Se lo tomó junto con dos cápsulas de Tylenol. Poco a poco fue adquiriendo la sensación que después de todo, el día no estaba tan roto como lo había intuido inicialmente. Tal vez no obtenga el artículo esclarecedor con el que sueña, pero con seguridad va a poder componer una columna decente, con la cual seguirá sustentando su bien ganada fama de librepensador, original, observador pero crítico y ampliamente culto, vanguardista, con preocupaciones sociales, políticas y culturales, centrado en la realidad nacional sin perder de vista el vasto panorama de la actualidad mundial.
Mientras hacía uso del toilettes se quedó como en el limbo, sin pensar, en un estado etéreo cercano al providencial Nirvana tántrico del que tanto había oído hablar a sus amigos de la vertiente esotérica. Se sacudió como para traer de nuevo su mente a la realidad concreta de la escatología inmediata. Al entrar en la ducha se asombró de ver pequeños puntos luminosos en la periferia de su campo visual. Los puntitos se movían como locos, como con una intención propia no develada y por más que intentaba enfocarlos, no lo lograba. Mientras el agua tibia recorría su piel y la refrescaba, cayó en cuenta que nunca en su vida había tenido experiencias extrasensoriales. Desde su juventud se había dedicado a la investigación, a la cultura, a instruirse, a asistir a cursos, a tomar una posición crítica frente al devenir de los sucesos humanos. Nunca le había brindado la menor atención a sus coetáneos cuando hablaban de percepciones, de premoniciones, de deja-vús, de historias de espantos, de haberse soñado con la muerte de la abuelita justo para llegar a casa y comprobar como el sueño se hacía realidad frente a sus propias narices. No, él nunca tuvo ninguna percepción y para su gusto, todo eso no era más que basura inventada por comadres desocupadas. Por lo tanto, su cerebro práctico decidió que los puntos luminosos no debían ser más que miodesopsias relacionadas con algún bajón transitorio en sus niveles de glucosa.
Por una razón no muy bien definida recordó aquel episodio de su infancia en el que, ante la carrilera que se extendía hacia el norte, pasando solo a tres calles de su casa paterna, Ralph, su amiguito de aquel entonces le había asegurado que si pedía un deseo al momento de pasar el tren, si lo pedía apretando mucho los ojos, ese deseo se concedería. Salió de la ducha intentando olvidar ese recuerdo tan banal y tan pueril. Pero la cara de Ralph volvió una vez más a su memoria: ¡Pide un deseo, pídelo! Le repetía una y otra vez.
Mientras se secaba y elegía un cómodo traje informal con una camisa tipo polo a tonos pasteles, la cara de Ralph seguía como un disco rayado pídelo, pídelo, pídelo, pídelo, como cuando uno va en un transporte público y escucha un retazo de canción popular, ojalá de esas que uno desprecia, y luego se queda todo el día con la melodía estancada en el cerebro, como una mosca dándole vueltas a algún desperdicio especialmente provocativo para ella. Agitó la mano para espantar a la mosca, o la cara de Ralph, o lo que fuera y de nuevo entró en un estado de disgusto e inconformidad con la vida.
Puso las noticias. Alguien había muerto devorado por un cocodrilo. Un hombre joven dela Cámara de los Lores había tenido un accidente automovilístico la noche anterior. Seguía el problema con los rehenes en Bombay. El mundo seguía siendo la misma porquería. Apagó la Tele. Se preguntó que pasaría de verdad si un buen día de estos uno se despierta y encuentra una gigantesca nave espacial flotando sobre su ciudad. ¿Sería esto suficiente para hacer desaparecer la desigualdad? ¿Uniría un suceso de estos de manera definitiva a la Humanidad ? Pensó que no sería del todo un mal tema para su artículo, aunque no era precisamente con eso con lo que el soñaba. Deseaba escribir acerca de algo más noble, más alto, más encumbrado. Hoy tenía ganas de sacar a relucir su cultura.
Volvió ala Solana. Así le llamaba él a la silla del patio privado del balcón de atrás de su Pent House. Se sentó a pensar. No se le ocurrió nada.
Tal vez es el guayabo. Es muy raro que no se me ocurra nada.
Por costumbre lo único que tenía que hacer era sentarse frente al ordenador, mirar cualquier foto, imágen o póster de los muchos que colgaban en su oficina, el rincón más desordenado y más privado de toda su vivienda. Con ese solo hecho la inspiración llegaba y se sentaba a escribir a torrentes acerca de lo que fuera. Había vivido mucho y tenía muchas cosas que contar.
A veces no tengo nada que decir.
Convencido que esto no era más que otro efecto del guayabo decidió ir por la cura extrema y de una vez se sirvió un escocés doble en las rocas. No se quiso sentar de nuevo enla Solana sino que se dirigió a la oficina y encendió el ordenador. Releyó sus últimos tres artículos para la columna dominical del Diario Nacional buscando una línea de conexión, un propósito extendido en el tiempo, una senda para ser seguida. Pero tal vez la inspiración había decidido no serle tan fiel durante el último mes, pues aunque todos los artículos le parecieron en general merecedores de la columna, se dedicaba cada uno a un tema diferente y no había un mensaje en profundidad, una máxima escondida, una intención definitiva. O tal vez, lo veía así, por ser hoy el día que era, por los estragos de la reunión de Mitch, por la ausencia del recuerdo de la joven de ojos acaramelados.
Entonces determinó dejarlo así por el momento, tal vez en la tarde escribiría algo. El límite para enviar el artículo por vía Internet al Diario Nacional era a las 7:30 de la noche. Estaba muy cansado aún, el baño no había logrado del todo el propósito de revitalizarlo. Le echó la culpa a los puntos luminosos esquivos y a la cara de Ralph. Entonces recordó el deseo solicitado tantos años atrás, al paso del tren.
Había pedido un perro.
Sonriente, al haber logrado vencer esta pequeña batalla contra el continuo ataque del tiempo, se terminó el escocés doble, sintiéndose mejor, en realidad, mucho mejor. Tal vez era buena idea leer algo para terminar de relajarse. No era el momento para detenerse a pensar si su vida había sido plena, si tanto éxito y reconocimiento realmente lo habían llenado, como lo hubiera llenado en su infancia aquel perro que finalmente su estricto padre le negó. No, no era momento de pensar en pequeñeces. Había que disfrutar el día, el asueto, sacarse el guayabo y el cansancio de encima.
Otro escocés doble en las rocas. La biblioteca. Había un viejo ejemplar heredado de su abuelo. Un libro de Milton. Nunca al intentar leerlo pasó de los primeros capítulos en este volumen particular.
Se sentó enla Solana. Era prácticamente mediodía. De pronto, un frío inmenso se apoderó de su pecho.
Fue un pánico súbito, certero, definitivo.
Al abrir el libro por la mitad, las páginas del centro estaban... completamente en blanco.
Más vino, algunos escoceses en las rocas, mucha interlocución, música alta, algo de locura y él, en el centro, explicándole al corrillo de avanzada la razón por la cual la obra gráfica de Hugo Pratt era imprescindible en cualquier casa medianamente culta.
¿Con que persona había abandonado el estudio de Mitch? ¿Quién era esa chica joven de ojos acaramelados? No importaba, al fin y al cabo, al despertar a la madrugada y observar su cuerpo cincuentón, incipientemente desgastado, a ella con seguridad le habría entrado el pánico y habría huido. Lo malo era no recordar los detalles, pues el acto en sí es viejo conocido y ha sido utilizado hasta la saciedad. Pero el detalle... ¡Ah! Ahí es donde se suele encontrar la respuesta a la curiosidad por la diversidad. Ya que no recordaba el detalle y debido a que no activó el sistema de grabación oculto, pues no pensaba que nada extraordinario fuese a resultar de la reunión de Mitch, se maldijo por haber perdido esta única oportunidad de agregar un nuevo punto de comparación al estudio de la construcción de su Teoría Universal del Amor.
En fin, no habría podido eludir la mencionada cita donde Mitch. Era el lanzamiento de la última producción de esos jovencitos irrespetuosos que habían logrado llamar tanto la atención de los medios, durante, tal vez, los últimos tres años. A veces la crema y nata del intelecto debía untarse de Cultura Pop.
Estaba muy cansado. Algo no ajustaba bien aquella mañana-casi-mediodía. Se rascó en la nalga y se asombró ante este gesto tan común y cotidiano, como si fuera la primera vez que lo realizara, como si el hecho de tener nalga pruriginosa le hubiera descendido violentamente al terreno de la carne, la sangre, el nervio, la tripa. Sintió dolor de cabeza y sed.
Se incomodó ante tanto síntoma físico: cansancio, cefalea, prurito, sed, casi como si su cuerpo al enviarle tanta información somática le estuviera interrumpiendo al cerebro su alta misión de pensar. Mientras se dirigía al refrigerador maldijo sus pies cansados, la artrosis de cadera, el guayabo físico y la urgencia de sus intestinos. Satisfacer su fisiología le tomaría mucho menos tiempo que satisfacer su Psique, pero se le antojaba harto arduo y dispendioso tener que bañarse, prepararse comida, ponerse ropa cómoda pero presentable, por si alguien aparecía por su Pent House, tomarse un par de sobres de Sal de Frutas, o tal vez mejor una cerveza bien fría, hidratarse, peinarse, cagar. Y todo eso antes de por fin poderse dedicar a iluminar el mundo con su siguiente artículo. Incluso alguien tan importante como él debía cumplir algunos compromisos, principalmente los laborales. Tenía que escribir la columna del domingo para el Diario Nacional. Justo al pensar en esa obligación sublimó el propósito del deber, al constatar que contaba con una ventana muy conocida, desde donde podría, como se lo había propuesto, dejar ver algo de su grandeza.
Al abrir la puerta y admirar el caos interior del refrigerador, se preguntó por que razón todo lo que escribía terminaba siendo autobiográfico, de alguna manera indefinible, pero por él siempre aprehensible. Incluso cuando redactaba guiones para comerciales, su experiencia vital terminaba metiendo baza. Tanto pensamiento espurio me va a terminar haciendo daño, decidió, mientras sacaba una jarra de naranjada con hielos y la mezclaba con Vodka. No hay mejor remedio para un guayabo pomarroso, se dijo riendo, al recordar los términos particulares en que su padre se refería al Mal de Tragos.
No debería existir riña entre los aspectos prosaicos de la vida y el sublime oficio de escribir, este destornillador me quedó bien preparado. Se lo tomó junto con dos cápsulas de Tylenol. Poco a poco fue adquiriendo la sensación que después de todo, el día no estaba tan roto como lo había intuido inicialmente. Tal vez no obtenga el artículo esclarecedor con el que sueña, pero con seguridad va a poder componer una columna decente, con la cual seguirá sustentando su bien ganada fama de librepensador, original, observador pero crítico y ampliamente culto, vanguardista, con preocupaciones sociales, políticas y culturales, centrado en la realidad nacional sin perder de vista el vasto panorama de la actualidad mundial.
Mientras hacía uso del toilettes se quedó como en el limbo, sin pensar, en un estado etéreo cercano al providencial Nirvana tántrico del que tanto había oído hablar a sus amigos de la vertiente esotérica. Se sacudió como para traer de nuevo su mente a la realidad concreta de la escatología inmediata. Al entrar en la ducha se asombró de ver pequeños puntos luminosos en la periferia de su campo visual. Los puntitos se movían como locos, como con una intención propia no develada y por más que intentaba enfocarlos, no lo lograba. Mientras el agua tibia recorría su piel y la refrescaba, cayó en cuenta que nunca en su vida había tenido experiencias extrasensoriales. Desde su juventud se había dedicado a la investigación, a la cultura, a instruirse, a asistir a cursos, a tomar una posición crítica frente al devenir de los sucesos humanos. Nunca le había brindado la menor atención a sus coetáneos cuando hablaban de percepciones, de premoniciones, de deja-vús, de historias de espantos, de haberse soñado con la muerte de la abuelita justo para llegar a casa y comprobar como el sueño se hacía realidad frente a sus propias narices. No, él nunca tuvo ninguna percepción y para su gusto, todo eso no era más que basura inventada por comadres desocupadas. Por lo tanto, su cerebro práctico decidió que los puntos luminosos no debían ser más que miodesopsias relacionadas con algún bajón transitorio en sus niveles de glucosa.
Por una razón no muy bien definida recordó aquel episodio de su infancia en el que, ante la carrilera que se extendía hacia el norte, pasando solo a tres calles de su casa paterna, Ralph, su amiguito de aquel entonces le había asegurado que si pedía un deseo al momento de pasar el tren, si lo pedía apretando mucho los ojos, ese deseo se concedería. Salió de la ducha intentando olvidar ese recuerdo tan banal y tan pueril. Pero la cara de Ralph volvió una vez más a su memoria: ¡Pide un deseo, pídelo! Le repetía una y otra vez.
Mientras se secaba y elegía un cómodo traje informal con una camisa tipo polo a tonos pasteles, la cara de Ralph seguía como un disco rayado pídelo, pídelo, pídelo, pídelo, como cuando uno va en un transporte público y escucha un retazo de canción popular, ojalá de esas que uno desprecia, y luego se queda todo el día con la melodía estancada en el cerebro, como una mosca dándole vueltas a algún desperdicio especialmente provocativo para ella. Agitó la mano para espantar a la mosca, o la cara de Ralph, o lo que fuera y de nuevo entró en un estado de disgusto e inconformidad con la vida.
Puso las noticias. Alguien había muerto devorado por un cocodrilo. Un hombre joven de
Volvió a
Tal vez es el guayabo. Es muy raro que no se me ocurra nada.
Por costumbre lo único que tenía que hacer era sentarse frente al ordenador, mirar cualquier foto, imágen o póster de los muchos que colgaban en su oficina, el rincón más desordenado y más privado de toda su vivienda. Con ese solo hecho la inspiración llegaba y se sentaba a escribir a torrentes acerca de lo que fuera. Había vivido mucho y tenía muchas cosas que contar.
A veces no tengo nada que decir.
Convencido que esto no era más que otro efecto del guayabo decidió ir por la cura extrema y de una vez se sirvió un escocés doble en las rocas. No se quiso sentar de nuevo en
Entonces determinó dejarlo así por el momento, tal vez en la tarde escribiría algo. El límite para enviar el artículo por vía Internet al Diario Nacional era a las 7:30 de la noche. Estaba muy cansado aún, el baño no había logrado del todo el propósito de revitalizarlo. Le echó la culpa a los puntos luminosos esquivos y a la cara de Ralph. Entonces recordó el deseo solicitado tantos años atrás, al paso del tren.
Había pedido un perro.
Sonriente, al haber logrado vencer esta pequeña batalla contra el continuo ataque del tiempo, se terminó el escocés doble, sintiéndose mejor, en realidad, mucho mejor. Tal vez era buena idea leer algo para terminar de relajarse. No era el momento para detenerse a pensar si su vida había sido plena, si tanto éxito y reconocimiento realmente lo habían llenado, como lo hubiera llenado en su infancia aquel perro que finalmente su estricto padre le negó. No, no era momento de pensar en pequeñeces. Había que disfrutar el día, el asueto, sacarse el guayabo y el cansancio de encima.
Otro escocés doble en las rocas. La biblioteca. Había un viejo ejemplar heredado de su abuelo. Un libro de Milton. Nunca al intentar leerlo pasó de los primeros capítulos en este volumen particular.
Se sentó en
Fue un pánico súbito, certero, definitivo.
Al abrir el libro por la mitad, las páginas del centro estaban... completamente en blanco.
Fin.
domingo, 23 de octubre de 2011
viernes, 21 de octubre de 2011
NOCTURNO II
Es la noche que me invita. Es de nuevo la sagrada oscuridad, la que te seduce, la que te induce, la que te excita.
Te busco en el medio de la gente sonámbula, la que deambula por las calles mientras se le pasa la vida por delante, la que no se da cuenta que el mundo gira, la que aún cree que es el Sol, el que nos rodea como un tiovivo insaciable e infatigable. No puedo encontrarte allí, pues no puedo prefigurarte como uno más de esos entes anónimos diurnos. Te busco en las caras de los transeúntes, en sus miradas perdidas, en sus afanes cotidianos, en sus angustias del momento, en sus deseos escondidos, en sus tristezas de antaño y en sus mezquinas esperanzas.
Pero no puedo encontrarte allí, pues no puedo prefigurarte en forma diferente de la luz, del ritmo, de la risa, del goce pleno de la música y la vida. Y en esas personas el ritmo se ha desacompasado, la risa se ha extinguido, la luz se ha eclipsado, el goce perdido y la música apagado.
Te busco en el medio de los anuncios de los almacenes, de las propagandas en la radio, de las novelas de la Tele, en las vallas de la Autopista, en los clasificados del periódico, en los disonantes gritos de los payasos del centro que ofrecen corrientazo a 3 500, en los graffitis callejeros, en los mensajes en mi celu, en el beeper trasnochado, en el llamado imponente de la selva de cemento.
Pero allí ya no te encuentro, pues tu mensaje no se vende, no se anuncia, no se enciende, no es perceptible en los neones de ese centro, que de tanto ofrecerse, se quedó sin alma y sin simiente.
Te busco en los afanes del trabajo, en los problemas de mi vida, en la ruta hacia mi casa, en los momentos de oficina, en los colegas de la causa, en los informes por montones, en los reportes de misiones, en los comités sin conclusiones y al final de las reuniones.
Pero allí tampoco estás, pues tu causa es mas sublime, tus afanes ya no existen, tu misión ya esta cumplida. Y es que no puedo prefigurarte como alguien más en la rutina, como parte de un trabajo, que al final lleva a la ruina.
Te busco en los días de lo normal, cuando la claridad no es mas que bruma sin melodía, en lo sucio de lo cotidiano, en lo insustancial de la rutina, pero se que allí ya no te encuentro, pues tu Luz es aún mi guía, y me lleva mucho mas lejos de lo que la sociedad aprobaría.
Así que recorro la Ciudad, sus calles y avenidas, convencido que lo nuestro superará mis mas locas fantasías.
Y por eso no te encuentro, jamás durante el día, pues la realidad cuadriculada no deja espacio a la alegría. Y te busco en todos lados hasta rayar en la locura, hasta desafiar todos los límites de la razón y la cordura.
A veces me dejo llevar por este discurso loco, por estas ganas vanas de haber podido compartirlo todo contigo.
No puedo evitarlo…
Simplemente me dejo llevar…
A veces me pregunto como hubiera sido vivir contigo.
A veces me pregunto que hubiera sucedido si tan solo te hubiera conocido un par de años antes. Hubiera sido capaz de alterar a la desgracia? Hubiera sido capaz de cambiar nuestros destinos? Hubiera la determinación de este sentimiento ser capaz de burlar el trágico sino que sobre ti se cernía? Preguntas vanas estas, pues la realidad es otra y por mas que mis deseos me derrumben con su fuerza, ya no existe la manera de traerte de regreso y compartirlo todo contigo. Con seguridad no hubiera habido la menor posibilidad que siquiera consideraras haber cometido un error conmigo. Yo hubiera sido feliz contigo y te hubiera amado hasta el último de mis días.
Pero te fuiste sin lógica, sin medida, sin espera, sin aviso, de manera tan definitiva y total, desocupaste al mundo en un solo suspiro y vaciaste sin lugar a dudas hasta la más mínima posibilidad de seguir existiendo junto a ti.
Soñaba compartir contigo mi alegría,… mas solo era soñar despierto y dormir despierto durante el día no es más que una pérdida de tiempo y de energía. El sentido de mis días se esfumó, el rumbo de mi vida se perdió, el aire se hizo denso, irrespirable, inaceptable, inaguantable, invivible, insoportable, el destino inamovible e irrefrenable me venció sin la menor dilación, sin el menor suspiro, sin la menor tregua.
Por eso amo la noche. En ella descubrí que la lógica no existe. En ella encontré el rumbo perdido de mi vida hueca. Me di cuenta que no todo estaba perdido, que no todo era en balde, que aún había un sitio libre de la tiranía absoluta y el yugo todopoderoso de la mecánica cuántica y de la física newtoniana.
Encontré que efectivamente soñar despierto había sido una pérdida de tiempo. Me di cuenta que buscarte en todos los sitios en que lo hice no me ofreció otra cosa que torturarme. Me enteré que en realidad nunca había perdido lo esencial de ti. Nunca deje de creer en tu ser, en tu amor, así el mundo no nos hubiera dado el tiempo requerido; por eso nunca me abandonaste de verdad. Era simplemente la ansiedad de palparte, la ausencia de lo físico, la imperiosa necesidad de los sentidos, que si no ven, no huelen, no escuchan, no prueban , no palpan, simplemente no creen, la que me cegó, me ensordeció, me enmudeció y me insensibilizó.
Y una noche te encontré. Viniste a mi, tan real y tangible como cuando estabas con nosotros. Una noche turbulenta. Desde tu partida los días eran insulsos, insustanciales, etéreos y las noches turbias, pesadas, espesas, impenetrables. Atravesarlas era todo un suplicio.
Y cuando llegué a pensar en lo peor, entonces te vi. Y viniste a mí. Antes no estabas y al siguiente instante nunca te habías ido. No hubo necesidad de palabras. El amor lo llenó todo con su esencia. Ya no nos faltó el tiempo nunca más.
Aprendí a resignarme a tenerte solo en la noche, solo cuando la oscuridad desvanece al falso mundo normal y me trae la anhelada realidad.
Por eso amo la noche.
Cuando puntual, eficaz y cabalmente, llega al final de cada día.
Cuando de nuevo cierro los ojos y puedo tranquilamente,
Volver a soñar contigo.
jueves, 20 de octubre de 2011
Dr. Jekyll & Mr. Hyde (Hipertragedia en dos actos)
Dr Jekyll & Mr. Hyde
(Hipertragedia en dos actos)
Primer acto
El Dr. Fernández era un hombrecillo gris, nervioso, tembloroso. Era como una especie de ratoncito mojado, de esos que uno se encuentra en una esquina, muerto del susto, mirándolo a uno, con esos ojos grandotes, lagrimosos, suplicantes, esperando que uno voltée a mirar a otro lado y les perdone la vida para dejar que salgan corriendo a la siguiente alcantarilla, o por el contrario que les termine la mísera existencia con un único e impulsivo acto de violencia súbita con la extemidad inferior avanzada contra el propio cuerpo.
El Dr. Fernández llega todos los días a las 6+30 a su consultorio, se retira su gabán, gris, todo gris como él mismo, frunce la naricita rosada y chiquita, tiembla todo rapidito y afectado y se dirige a la esquina de la greca, a prepararse un tinto.
Tras el tinto se sienta en su escritorio, enciende su ordenador y registra las citas del día.
El Dr. Fernández es Médico Familiar. En las mañanas atiende su consulta particular, en un consultorio anacrónico, viejo, viejo, viejo, como de los años cincuentas, oxidado, podrido, viejo, feo. La gente sin embargo, va hasta allá, a un edificio que era como Art Decó, como lo último en la moda de hace medio siglo, pero que hoy en día queda en medio de un barrio donde de día venden cucos amarillos y de noche sustancias de cualquier color y con cualquier efecto.
Pero la gente va hasta allá porque aprecia al Dr. Fernández. Porque es bien buena gente, porque sus diagnósticos son bien acertados, porque sus tratamientos funcionan y sobre todo, porque es bien, bien, bien baratero.
El Dr. Fernández se mira al espejo. Su calva cincuen- que vá, casi sesentona, ese bigotico afectado, mojadito, tan nervioso como todo el resto de él, esos ojitos chiquitos y medio bizcoretos, esos lentes gruesos en un marco ridículamente pasado de moda.
El Dr. Fernández nunca se casó. Nunca tuvo el valor de acercarse a las mujeres que le atraían. Y las que lo miraban eran muy poco para él. Pero eso a él no lo trasnocha. El no se deja convulsionar por eso. El no se deja sacar de órbita por un detalle tan trivial como la vida en pareja.
Al Dr. Fernández nada lo desvía de su rutina establecida, de su perfección inédita, de su mundo ideal.
Nada, excepto la tarde de los jueves.
En las tardes de los jueves, la naturaleza exhuberante escondida en cada uno de nosotros, se manifiesta súbitamente desde el interior del Dr. Fernández, como un volcán salvaje a punto de estallar.
Cada día el Dr. Fernández atiende a una treintena de personas que le cuentan sus quejas, le exponen sus problemas, le dicen sus cuitas. El Dr. Fernández los escucha pacientemente. En la inmensa mayoría de las veces la causa no se encuentra en un daño físico del cuerpo de los pacientes, sino en su vida.
Aunque esto lo desagrada profundamente, el Dr. Fernández no cambia la expresión de su rostro, siempre les da largos consejos, siempre les hace psicoterapia, siempre está allí para cuando lo necesiten.
Después del mediodía el Dr. Fernández se va al restaurante de la esquina, pide un corrientazo de $5500 y va trozando la carne en pequeños pedacitos de manera metódica, como cuando trabajaba en el anfiteatro de anatomía, para luego degustarlos como si quisiera sentir el sabor de cada molécula componente del pobre guisado que consume de manera prepaga para aplacar la necesidad proteínica de la la diaria existencia.
Menos los jueves.
En las tardes de los jueves la naturaleza exhuberante del hambre prehistórica le exige al Dr. Fernández no almorzar y guardar sus apetitos para actividades más demandantes.
En las tardes de los jueves el Dr. Fernández se dirige a su apartamento en un histórico edificio del centro de la ciudad que data de los años cincuentas y que curiosamente ha sobrevivido a casi seis décadas de cambios. En los pisos superiores todavía vive gente que tiene trabajos normales y vidas lo mas normales posibles, tratándose del centro de la ciudad.
Se quita su traje formal, se retira las gruesas gafas y se pasa la mano sobre la calva prematura, frente al espejo. Se coloca un gorrito de equipo de baseball anacrónico y gastado. Se pone un pulóver naranja, unos jeans y unas zapatillas. Se guarda una gran cantidad de dinero en el bolsillo y se dirige, no muy lejos de allí, a un conocido lugar.
El Dr. Fernández llega todos los días a las 6+30 a su consultorio, se retira su gabán, gris, todo gris como él mismo, frunce la naricita rosada y chiquita, tiembla todo rapidito y afectado y se dirige a la esquina de la greca, a prepararse un tinto.
Tras el tinto se sienta en su escritorio, enciende su ordenador y registra las citas del día.
El Dr. Fernández es Médico Familiar. En las mañanas atiende su consulta particular, en un consultorio anacrónico, viejo, viejo, viejo, como de los años cincuentas, oxidado, podrido, viejo, feo. La gente sin embargo, va hasta allá, a un edificio que era como Art Decó, como lo último en la moda de hace medio siglo, pero que hoy en día queda en medio de un barrio donde de día venden cucos amarillos y de noche sustancias de cualquier color y con cualquier efecto.
Pero la gente va hasta allá porque aprecia al Dr. Fernández. Porque es bien buena gente, porque sus diagnósticos son bien acertados, porque sus tratamientos funcionan y sobre todo, porque es bien, bien, bien baratero.
El Dr. Fernández se mira al espejo. Su calva cincuen- que vá, casi sesentona, ese bigotico afectado, mojadito, tan nervioso como todo el resto de él, esos ojitos chiquitos y medio bizcoretos, esos lentes gruesos en un marco ridículamente pasado de moda.
El Dr. Fernández nunca se casó. Nunca tuvo el valor de acercarse a las mujeres que le atraían. Y las que lo miraban eran muy poco para él. Pero eso a él no lo trasnocha. El no se deja convulsionar por eso. El no se deja sacar de órbita por un detalle tan trivial como la vida en pareja.
Al Dr. Fernández nada lo desvía de su rutina establecida, de su perfección inédita, de su mundo ideal.
Nada, excepto la tarde de los jueves.
En las tardes de los jueves, la naturaleza exhuberante escondida en cada uno de nosotros, se manifiesta súbitamente desde el interior del Dr. Fernández, como un volcán salvaje a punto de estallar.
Cada día el Dr. Fernández atiende a una treintena de personas que le cuentan sus quejas, le exponen sus problemas, le dicen sus cuitas. El Dr. Fernández los escucha pacientemente. En la inmensa mayoría de las veces la causa no se encuentra en un daño físico del cuerpo de los pacientes, sino en su vida.
Aunque esto lo desagrada profundamente, el Dr. Fernández no cambia la expresión de su rostro, siempre les da largos consejos, siempre les hace psicoterapia, siempre está allí para cuando lo necesiten.
Después del mediodía el Dr. Fernández se va al restaurante de la esquina, pide un corrientazo de $5500 y va trozando la carne en pequeños pedacitos de manera metódica, como cuando trabajaba en el anfiteatro de anatomía, para luego degustarlos como si quisiera sentir el sabor de cada molécula componente del pobre guisado que consume de manera prepaga para aplacar la necesidad proteínica de la la diaria existencia.
Menos los jueves.
En las tardes de los jueves la naturaleza exhuberante del hambre prehistórica le exige al Dr. Fernández no almorzar y guardar sus apetitos para actividades más demandantes.
En las tardes de los jueves el Dr. Fernández se dirige a su apartamento en un histórico edificio del centro de la ciudad que data de los años cincuentas y que curiosamente ha sobrevivido a casi seis décadas de cambios. En los pisos superiores todavía vive gente que tiene trabajos normales y vidas lo mas normales posibles, tratándose del centro de la ciudad.
Se quita su traje formal, se retira las gruesas gafas y se pasa la mano sobre la calva prematura, frente al espejo. Se coloca un gorrito de equipo de baseball anacrónico y gastado. Se pone un pulóver naranja, unos jeans y unas zapatillas. Se guarda una gran cantidad de dinero en el bolsillo y se dirige, no muy lejos de allí, a un conocido lugar.
Interludio
Mariana se levanta y suspira. Mira al techo del sitio donde malduerme. Roto, sucio. Como rota y sucia siente ella su vida.
Quería ser cantante.
Su nombre artístico iba a ser Jude Jenny. Quería un grupo de músicos que se llamara The Bachelors.
Había estudiado en un pueblecito lejos, lejos, en la mitad de los llanos. Pero tenía un vecino que había escapado de la ciudad buscando un sueño hippie perdido en los meandros de los ochentas. El tipo vivía con una mulata y tenía tres muchachitas, una de las cuales había sido amiga de Mariana. Así fue que ella, viviendo tan lejos, conoció la música gringa.
Pedro (el hippie) le enseñó a tocar guitarra y le enseñó a hablar inglés con muy buen acento.
Cuando tuvo edad y valor, Mariana trazó un plan: empezó a trabajar en unas minas cercanas a su pueblo, haciendo de todo, desde minera hasta secretaria. Ahorró dinero y nunca, nunca, nunca, le hizo caso a los muchachos del pueblo. Quería salir.
Un día hizo su maleta, empacó la guitarra que Pedro le había regalado (una cosa mala, viejita, de madera) que lo era todo para ella. Su cariño estaba en las cuerdas de esa guitarrita.
Un buen día lo hizo de un solo golpe. Se fué. Tenía 17 años.
Su sueño iniciaba en la gran Ciudad. Empezaría cantando en los buses. Alguien se conmovería con la dulzura de su voz y sería "descubierta" por un gran productor. Luego llegaría la fama.
Lo que Mariana no sabía era que la gran Ciudad era fría, idifenrente y ruel.. Supremamente cruel.
Su sueño no incluía la angustia del hambre, del frío, de no encontrar donde vivir. Su sueño no incluía ser forzada a consumir drogas y trabajar con su cuerpo. El contacto que le habían recomendado para cuando llegara a la Ciudad era jefe de una red de trata de personas. Le dijo que el y sus socios, de adelante serían sus "jefes" y que por lo tanto, debían probar primero como era que les había salido la nueva "mercancía".
Como en una película Clase B, todos los males le cayeron a Mariana. Tragedia tras tragedia. la juventud se fue rápidamente de su rostro, la esperanza de triunfar dejó de brilar en sus ojos.
Como en una pésima pesadilla, sus "jefes" le habían dado el nombre de trabajo de "Jennifer" para ser usado con los clientes que frecuentaban las interminables noches del burdel.
En este triste mundo, gris, roto y vacío, Mariana había encontrado un tenue consuelo. En el burdel de mala muerte del centro, donde tenía que venderse para que sus "jefes" le dieran, techo, coca y algo de pan, para que no muriera de física hambre, ocasionalmente tenía un pequeño consuelo. Los jueves en la tarde un extraño hombrecillo, algo mayor, le pagaba para estar con ella. Pero no la tocaba. Solo le decía que descansara mientras el hablaba con ella y le contaba alguna historia. Ese hombre iba todos los jueves al burdel, pero solo la había llamado a ella unas cinco ocasiones. Las demás mujeres decían que cuando se las llevaba, se portaba como un macho desenfrenado.
Pero a Mariana nunca la había tocado.
Algo le decía a ella que de alguna manera, era especial para ese hombrecillo, que parecía un ratón asustado. Tal vez, si ella era lo suficcientemente astuta, lograría que el la sacara de ese infierno.
Y ella sentía la premura de hacerlo rápidamente.
Porque hoy era jueves.
Quería ser cantante.
Su nombre artístico iba a ser Jude Jenny. Quería un grupo de músicos que se llamara The Bachelors.
Había estudiado en un pueblecito lejos, lejos, en la mitad de los llanos. Pero tenía un vecino que había escapado de la ciudad buscando un sueño hippie perdido en los meandros de los ochentas. El tipo vivía con una mulata y tenía tres muchachitas, una de las cuales había sido amiga de Mariana. Así fue que ella, viviendo tan lejos, conoció la música gringa.
Pedro (el hippie) le enseñó a tocar guitarra y le enseñó a hablar inglés con muy buen acento.
Cuando tuvo edad y valor, Mariana trazó un plan: empezó a trabajar en unas minas cercanas a su pueblo, haciendo de todo, desde minera hasta secretaria. Ahorró dinero y nunca, nunca, nunca, le hizo caso a los muchachos del pueblo. Quería salir.
Un día hizo su maleta, empacó la guitarra que Pedro le había regalado (una cosa mala, viejita, de madera) que lo era todo para ella. Su cariño estaba en las cuerdas de esa guitarrita.
Un buen día lo hizo de un solo golpe. Se fué. Tenía 17 años.
Su sueño iniciaba en la gran Ciudad. Empezaría cantando en los buses. Alguien se conmovería con la dulzura de su voz y sería "descubierta" por un gran productor. Luego llegaría la fama.
Lo que Mariana no sabía era que la gran Ciudad era fría, idifenrente y ruel.. Supremamente cruel.
Su sueño no incluía la angustia del hambre, del frío, de no encontrar donde vivir. Su sueño no incluía ser forzada a consumir drogas y trabajar con su cuerpo. El contacto que le habían recomendado para cuando llegara a la Ciudad era jefe de una red de trata de personas. Le dijo que el y sus socios, de adelante serían sus "jefes" y que por lo tanto, debían probar primero como era que les había salido la nueva "mercancía".
Como en una película Clase B, todos los males le cayeron a Mariana. Tragedia tras tragedia. la juventud se fue rápidamente de su rostro, la esperanza de triunfar dejó de brilar en sus ojos.
Como en una pésima pesadilla, sus "jefes" le habían dado el nombre de trabajo de "Jennifer" para ser usado con los clientes que frecuentaban las interminables noches del burdel.
En este triste mundo, gris, roto y vacío, Mariana había encontrado un tenue consuelo. En el burdel de mala muerte del centro, donde tenía que venderse para que sus "jefes" le dieran, techo, coca y algo de pan, para que no muriera de física hambre, ocasionalmente tenía un pequeño consuelo. Los jueves en la tarde un extraño hombrecillo, algo mayor, le pagaba para estar con ella. Pero no la tocaba. Solo le decía que descansara mientras el hablaba con ella y le contaba alguna historia. Ese hombre iba todos los jueves al burdel, pero solo la había llamado a ella unas cinco ocasiones. Las demás mujeres decían que cuando se las llevaba, se portaba como un macho desenfrenado.
Pero a Mariana nunca la había tocado.
Algo le decía a ella que de alguna manera, era especial para ese hombrecillo, que parecía un ratón asustado. Tal vez, si ella era lo suficcientemente astuta, lograría que el la sacara de ese infierno.
Y ella sentía la premura de hacerlo rápidamente.
Porque hoy era jueves.
El resto del Interludio
En las tardes de los jueves la exhuberante naturaleza escondida muy en el fondo del ser del Dr. Fernández sale a flote. Le exige no almorzar y guardar sus apetitos para otro tipo de hambres. Siempre ingresa a ese conocido local del centro, no muy lejos de su vivienda, con una gran cantidad de dinero en su chaqueta y da rienda suelta a sus necesidades. Se toma dos o tres botellas de Whisky. El siempre solicita 12 años, pro en realidad nunca ha sabido si lo que le sirven tiene todo ese abolengo, pero lo cierto es que después del tercer trago ese ser oculto sale a flote.
Grita.
Canta.
Baila.
Se convierte en el ser más louaz y extrovertido.
Narra anécdotas, cuenta chistes.
Hasta terminar la primera botella.
Después solicita los servicios especiales del local.
Siempre se va con una, a veces dos de las chicas del local y pasa el resto de la tarde y parte de la noche. Una y media o dos botellas más, hasta saciar todos sus instintos.
Pero desde hace algunos meses ya no lo disfruta tanto. Ha aparecido una tal Jude, Jane, Jenny, el Dr. Fernández no lo recuerda muy bien, que hace que Fernández salga luchando en el medio del Hyde fiestero de los jueves vespertinos.
A veces se la ha llevado. No ha sido capaz de saciarse en ella.
Charlan.
Ella le ha contado su vida. Sus sueños frustrados. Sus esperanzas perdidas.
El ha visto sus alas rotas. Hyde se esconde y Fernández la mira con sus ojitos de ratón asustado.
Así que Hyde lucha por gozar, pero ya Fernández no lo deja.
Una lucha se ha iniciado en su interior, porque Fernández Se ha enamorado y no deja que Hyde goce con June, Jude, Ginny, como se llame.
Y Hyde se muere por saciarse de ella.
Y la lucha interior se incrementa.
Porque hoy es jueves en la tarde. Fernández ve la entrada del local y Hyde se prepara para salir.
Grita.
Canta.
Baila.
Se convierte en el ser más louaz y extrovertido.
Narra anécdotas, cuenta chistes.
Hasta terminar la primera botella.
Después solicita los servicios especiales del local.
Siempre se va con una, a veces dos de las chicas del local y pasa el resto de la tarde y parte de la noche. Una y media o dos botellas más, hasta saciar todos sus instintos.
Pero desde hace algunos meses ya no lo disfruta tanto. Ha aparecido una tal Jude, Jane, Jenny, el Dr. Fernández no lo recuerda muy bien, que hace que Fernández salga luchando en el medio del Hyde fiestero de los jueves vespertinos.
A veces se la ha llevado. No ha sido capaz de saciarse en ella.
Charlan.
Ella le ha contado su vida. Sus sueños frustrados. Sus esperanzas perdidas.
El ha visto sus alas rotas. Hyde se esconde y Fernández la mira con sus ojitos de ratón asustado.
Así que Hyde lucha por gozar, pero ya Fernández no lo deja.
Una lucha se ha iniciado en su interior, porque Fernández Se ha enamorado y no deja que Hyde goce con June, Jude, Ginny, como se llame.
Y Hyde se muere por saciarse de ella.
Y la lucha interior se incrementa.
Porque hoy es jueves en la tarde. Fernández ve la entrada del local y Hyde se prepara para salir.
Segundo acto
Mariana (aka Jude Jenny, aka Jennifer) ve entrar al hombrecito mayor con cara de ratón asustado. Ella no sabe que bajo la apacible superficie del Dr. Fernández, el día de hoy Hyde está dispuesto a no dejarse doblegar.
Fernández se ha enamorado de esta chica delgada y hermosa, con esos ojos gigantes. No ha sido al estilo de Hyde, ha sido Fernández el que inicialmente sintió compasión de esta niña, empezó a pagarle para que descansara, luego se puso a hablar con ella. Descubrió que esta nena de burdel era sorprendentemente madura y estaba inusitadamente instruida para provenir del fondo de... ¿De donde era que ella venía? Bueno, no importa, era sorprendemente culta para su condición.
En vez de entregarse inmediatamente a la pasión desenfrenada de Hyde, Fernández fue cocinándose lentamente en una salmuera intelectual en la que mezclaba la sorprendente cultura de la niña y sus propios deseos y pulsiones internas. En algún lado intuía que esa niña también sentía algo por el, o de pronto quería aprovechar su estado, claramente estable, con algún fin que el no podía entrever. En todo caso, Fernández ha llegado este jueves al local tan suficientemente cocinado, que lo único que desea es encontrarse con Judy, Genny, Jenna, como se llame, para proponerle que se vaya a su casa esta misma noche. Conocedor crónico del modus operandi del local adonde cada jueves de los últimos años, décadas tal vez, siglos no se sabe, ha dejado andar a Hyde a sus anchas, Fernández ha urdido un plan para poderse sonsacar a esta niña. Fernández sueña con lograr una especie de remanso de paz, algo parecido a un hogar, para poder huir de la rutina que aborrece a diario y no cada jueves.
Solo que Hyde no está tan dispuesto a abandonar su lugar en el mundo tan fácilmente.
Hyde está dispuesto a procurarse gran desenfreno y placer esta tarde, precisamente con Jane, Gerta, Yined, como se llame, justo para disuadir a Fernández. Hyde no puede creer que Fernández sea tan idiota como para no percatarse que ella solo quiere aprovecharse de el.
Hyde ha sido feliz. Vive sin preocupaciones, una sola vez a la semana, sin importarle el mundo que vive allende las puertas del localucho del centro que Fernández escogió tanto tiempo atrás.
Fernández ingresa al local. Fernández mira a Mariana a los ojos. Hyde se saborea desnudando a Jude Jenny en su mente. Hyde está preparado para cualquier eventualidad. Así tenga que obligar a Fernández y Jerty, como sea que se llame. ha hecho que Fernández lleve en el bolsillo aquel viejo revólver que compró para defenderse y que nunca ha usado, es un inepto, este Fernández!
Mariana (aka Jude Jenny, aka Jennifer) no logra notar el debate interno tras los ojitos de ratón asustado. Dirige al Dr. Fernández una amplia sonrisa. No deja sin embargo de sentir cierta angustia en el epigastrio, una palpitación tal vez, o un bajonazo en los niveles de droga. "El Jefe" Se aproxima desde el lado de Fernández, algo más rápido que el y le hace señas a Jude Jenny: Necesita dosificarla y probar que la mercancía sigue siendo realmente útil. Ha decidido que hoy debe probar unas dos o tres chicas, Mariana entre ellas.
Fernández intenta decir que es su día especial y que esta es su chica especial.
"El Jefe" solo puede ver los ojitos de ratón asustado. Le vale que este cliente siempre gaste a raudales todas las tardes de los jueves. El viene por lo suyo y es uno de los duros, de los dueños. Es precisamente "El Jefe".
"El Jefe" nunca tuvo tiempo de volver a ver esos ojitos de ratón asustado. Solo alcanzó a sentir el alma saliéndosele por un agujero increíble espontáneamente formado en su espalda. Tal vez alcanzó a escuchar el fuerte estampido detrás de él y de pronto logro percibir el aroma incipiente de la pólvora.
Hyde no se iba a dejar quitar a Gineth, Jessie, como se llame.
Fernández no alcanzó a salir a la superficie a través de los ojos de ratón asustado. La reacción de los guardaespaldas de "El Jefe" no fue tan veloz como para salvar a su patrón, pero si fue lo suficiente como para dejar la mirada de Hyde a mitad del camino, salvaje, indómita, perdida para siempre entre el pecho de Mariana.
Jennifer se quedó quieta, temblando. No pudo llorar por Fernández. Ni siquiera pudo llorar por la guitarra rota de Mariana ni por los sueños eternamente desaparecidos de Jude Jenny.
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