NOCTURNO II
Es la noche que me invita. Es de nuevo la sagrada oscuridad, la que te seduce, la que te induce, la que te excita.
Te busco en el medio de la gente sonámbula, la que deambula por las calles mientras se le pasa la vida por delante, la que no se da cuenta que el mundo gira, la que aún cree que es el Sol, el que nos rodea como un tiovivo insaciable e infatigable. No puedo encontrarte allí, pues no puedo prefigurarte como uno más de esos entes anónimos diurnos. Te busco en las caras de los transeúntes, en sus miradas perdidas, en sus afanes cotidianos, en sus angustias del momento, en sus deseos escondidos, en sus tristezas de antaño y en sus mezquinas esperanzas.
Pero no puedo encontrarte allí, pues no puedo prefigurarte en forma diferente de la luz, del ritmo, de la risa, del goce pleno de la música y la vida. Y en esas personas el ritmo se ha desacompasado, la risa se ha extinguido, la luz se ha eclipsado, el goce perdido y la música apagado.
Te busco en el medio de los anuncios de los almacenes, de las propagandas en la radio, de las novelas de la Tele, en las vallas de la Autopista, en los clasificados del periódico, en los disonantes gritos de los payasos del centro que ofrecen corrientazo a 3 500, en los graffitis callejeros, en los mensajes en mi celu, en el beeper trasnochado, en el llamado imponente de la selva de cemento.
Pero allí ya no te encuentro, pues tu mensaje no se vende, no se anuncia, no se enciende, no es perceptible en los neones de ese centro, que de tanto ofrecerse, se quedó sin alma y sin simiente.
Te busco en los afanes del trabajo, en los problemas de mi vida, en la ruta hacia mi casa, en los momentos de oficina, en los colegas de la causa, en los informes por montones, en los reportes de misiones, en los comités sin conclusiones y al final de las reuniones.
Pero allí tampoco estás, pues tu causa es mas sublime, tus afanes ya no existen, tu misión ya esta cumplida. Y es que no puedo prefigurarte como alguien más en la rutina, como parte de un trabajo, que al final lleva a la ruina.
Te busco en los días de lo normal, cuando la claridad no es mas que bruma sin melodía, en lo sucio de lo cotidiano, en lo insustancial de la rutina, pero se que allí ya no te encuentro, pues tu Luz es aún mi guía, y me lleva mucho mas lejos de lo que la sociedad aprobaría.
Así que recorro la Ciudad, sus calles y avenidas, convencido que lo nuestro superará mis mas locas fantasías.
Y por eso no te encuentro, jamás durante el día, pues la realidad cuadriculada no deja espacio a la alegría. Y te busco en todos lados hasta rayar en la locura, hasta desafiar todos los límites de la razón y la cordura.
A veces me dejo llevar por este discurso loco, por estas ganas vanas de haber podido compartirlo todo contigo.
No puedo evitarlo…
Simplemente me dejo llevar…
A veces me pregunto como hubiera sido vivir contigo.
A veces me pregunto que hubiera sucedido si tan solo te hubiera conocido un par de años antes. Hubiera sido capaz de alterar a la desgracia? Hubiera sido capaz de cambiar nuestros destinos? Hubiera la determinación de este sentimiento ser capaz de burlar el trágico sino que sobre ti se cernía? Preguntas vanas estas, pues la realidad es otra y por mas que mis deseos me derrumben con su fuerza, ya no existe la manera de traerte de regreso y compartirlo todo contigo. Con seguridad no hubiera habido la menor posibilidad que siquiera consideraras haber cometido un error conmigo. Yo hubiera sido feliz contigo y te hubiera amado hasta el último de mis días.
Pero te fuiste sin lógica, sin medida, sin espera, sin aviso, de manera tan definitiva y total, desocupaste al mundo en un solo suspiro y vaciaste sin lugar a dudas hasta la más mínima posibilidad de seguir existiendo junto a ti.
Soñaba compartir contigo mi alegría,… mas solo era soñar despierto y dormir despierto durante el día no es más que una pérdida de tiempo y de energía. El sentido de mis días se esfumó, el rumbo de mi vida se perdió, el aire se hizo denso, irrespirable, inaceptable, inaguantable, invivible, insoportable, el destino inamovible e irrefrenable me venció sin la menor dilación, sin el menor suspiro, sin la menor tregua.
Por eso amo la noche. En ella descubrí que la lógica no existe. En ella encontré el rumbo perdido de mi vida hueca. Me di cuenta que no todo estaba perdido, que no todo era en balde, que aún había un sitio libre de la tiranía absoluta y el yugo todopoderoso de la mecánica cuántica y de la física newtoniana.
Encontré que efectivamente soñar despierto había sido una pérdida de tiempo. Me di cuenta que buscarte en todos los sitios en que lo hice no me ofreció otra cosa que torturarme. Me enteré que en realidad nunca había perdido lo esencial de ti. Nunca deje de creer en tu ser, en tu amor, así el mundo no nos hubiera dado el tiempo requerido; por eso nunca me abandonaste de verdad. Era simplemente la ansiedad de palparte, la ausencia de lo físico, la imperiosa necesidad de los sentidos, que si no ven, no huelen, no escuchan, no prueban , no palpan, simplemente no creen, la que me cegó, me ensordeció, me enmudeció y me insensibilizó.
Y una noche te encontré. Viniste a mi, tan real y tangible como cuando estabas con nosotros. Una noche turbulenta. Desde tu partida los días eran insulsos, insustanciales, etéreos y las noches turbias, pesadas, espesas, impenetrables. Atravesarlas era todo un suplicio.
Y cuando llegué a pensar en lo peor, entonces te vi. Y viniste a mí. Antes no estabas y al siguiente instante nunca te habías ido. No hubo necesidad de palabras. El amor lo llenó todo con su esencia. Ya no nos faltó el tiempo nunca más.
Aprendí a resignarme a tenerte solo en la noche, solo cuando la oscuridad desvanece al falso mundo normal y me trae la anhelada realidad.
Por eso amo la noche.
Cuando puntual, eficaz y cabalmente, llega al final de cada día.
Cuando de nuevo cierro los ojos y puedo tranquilamente,
Volver a soñar contigo.
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