Me sorprendió mucho verla ahí.
Hacía ya tanto tiempo que la daba por perdida, que ni siquiera recordaba cuando
era que había dejado de echarla de menos.
Hice una pausa para rememorar.
Tal vez dejé de pensar en ella
al final de la revolución supina que supone una mudanza, la que se constata ha
finalizado cuando por fin aterrizamos y nos sentimos cómodos en la nueva casa.
De este suceso habían pasado ya casi diez años.
No dejó de parecerme curioso
el hecho de haber olvidado la caja durante una mudanza y venir a encontrarla
justo ahora, cuando debido a unas circunstancias completamente diferentes a
aquellas, me disponía a iniciar una nueva mudanza.
La casa aún parecía nueva. Su
diseño todavía se veía contemporáneo; los amplios y angulados espacios del piso
superior iluminados por la luz de la mañana sabanera daban no solo una
sensación de limpieza, sino una especie de aura clara, como si el mundo aun
fuera joven y juguetón, igual que el cachorrito de Schnauzer sal y pimienta de
los vecinos de la casa de al lado, que no hace más que ladrar con su aguda
vocecita y brincar por todos lados desde que llegó. Los dos chicos del vecino,
de 7 y 10 años respectivamente, están felices con el animalito, no se cambian
por nadie. Los miro y recuerdo mi propia infancia, cuando una mascotica era lo
mejor que me podía pasar.
Y, sin embargo, del rincón de
las cosas olvidadas y desechadas, en la esquina más lejana de aquel tercer
piso, adonde me dirigí sin aparente motivo real, a revolcar y remover objetos, despertándolos
de su ya perenne sueño, durante la búsqueda absurda de una llave perdida que me
diera acceso a aquello que mi memoria aún no acertaba concretar qué era; no lo
podría decir. ¿Un libro, tal vez? ¿De pronto un álbum de fotos, o algún objeto
con cualquier significado especial de años pretéritos?
En el frenesí de la búsqueda
de algo que ni siquiera se sabe bien qué es, ni en que preciso sitio se puede
llegar a encontrar, ¿lo perdido era el objeto en cuestión, o era mi propia
mente, en semejante estado de agitación y desconcierto?
Allí emergió ella.
Fue imposible ver la escena completa
sin evocar la imagen de un naufragio. Todos los restos de una vida ya pasada, regados
en un caos heterogéneo de retazos de años gastados y alegrías olvidadas. En
medio de semejante marea, la caja.
No era
la caja lo que yo había ido a buscar al depósito del tercer piso, pero al verla
salir a flote, supe inmediatamente que era la caja, la que me estaba buscando a
mí.
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