Encontrar a la caja emergiendo entre el desorden me hizo
comprender que el naufragio no era el de las cosas olvidadas, sino el naufragio de mi propia
vida. No pude evitar mirar hacia atrás,
hacia los últimos dos años de mi vida, al tiempo que recorría de nuevo la casa
hacia arriba y hacia abajo.
Había espacios vacíos obvios de donde había estado
sacando mis cosas durante esta inesperada mudanza y encontraba que cada espacio
de estos se correspondía con espacios vacíos dentro de mi propia vida. Miré a
Julia. Estaba sentada en el borde de nuestra cama, mirando hacia la inmensidad
a través del amplio ventanal, mirando hacia el horizonte enmarcado en las
montañas que daban forma a nuestro paisaje.
Pasé silencioso frente a la puerta
de la habitación. Hubiera entrado a preguntarle a ella Y ahora que usaremos
para llenar los espacios vacíos donde antes solíamos hablar Cómo debo llenar
los lugares finales. Y de nuevo volviendo a la imagen del naufragio es obvio, no
es la vida entera la que naufraga, solo es nuestra vida en común, deseaba
enfrentarla y preguntarle de nuevo Y ahora con qué debo llenar los espacios
vacíos donde las olas de hambre rugen Vamos a salir entre este mar de caras en
busca de más éxito o de más reconocimiento Vamos a remediarlo comprando una
guitarra nueva o un auto más poderoso Vamos a trabajar toda la noche Vamos a
pelear, vamos a dejar las luces encendidas o a lanzarnos bombas o a contraer
enfermedades Vamos a enterrar nuestros huesos Vamos a romper la casa Quieres
que te envíe flores por teléfono o que me entregue a la bebida Vamos al
psiquiatra, renunciemos a la carne Entrenemos personas para que sean nuestras
mascotas No durmamos Corramos una carrera de ratas Entrenemos al perro cachorro
del vecino Saquemos el dinero del banco, llenemos el tercer piso con él
Enterremos el tesoro Almacenemos el ocio Pero resolvamos esto o terminémoslo En
ningún momento nos relajemos Ya no nos apoyamos el uno contra el otro
Me quedé mirando a Julia intensamente. No me miró.
Las preguntas que quería formularle se me hacían conocidas
de alguna parte, no supe bien de donde me venía la idea, igual no supe si me la
imaginé en el momento o la había leído en algún lado o tal vez se la habría
escuchado a algún conocido.
Ella seguía mirando al infinito, al más vacío de todos los
espacios, pero me imaginé que miraba más bien al fondo de su alma, al fondo de
sus secretos más íntimos, quien sabe si aquel espacio estuviera vacío también.
Bajé al primer piso, donde el espacio normal de la
antesala, amplio y acogedor, se está llenando lentamente de cajas mal armadas,
maletas sobrecargadas, documentos desordenados, cajones desocupados
aceleradamente, recuerdos inexactos, guitarras destempladas y uno que otro
marco con fotos de tiempos imprecisos.
Miré a mi alrededor y pensé que todo estaba prácticamente
listo, tal vez me faltaba una cobija o mi almohada o de pronto unas botas o el
reproductor de Blu-ray, de pronto ese podía dejarlo, pero el tocadiscos jamás,
el tocadiscos, miércoles me faltaba alistar mis viejos vinilos, están en el tercer
piso, tendría que subir otra caja.
Subí despacio de nuevo solo para encontrarme todos esos
espacios vacíos que estaba dejando a todo lo largo de la casa. Unos espacios
que sabía que ni siquiera el contenido de la caja podrían llenar.
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