viernes, 27 de marzo de 2020

LA CAJA (Capítulo 6: El día más oscuro)

-Así es, Suzanna- le digo, evitando mirarla a los ojos. -He hablado con todos ellos y el concepto es unánime.

Ella se toma la noticia con relativa calma, diría yo. Voltea a mirar hacia la ventana de la habitación y disimuladamente se seca una lágrima que le baja por la temblorosa mejilla del lado derecho.

El día es tan gris y frío como la oscuridad que siento en el fondo de mi alma. El viento aúlla enloquecido entre los altos edificios del complejo hospitalario, presagiando lluvia o granizo, de pronto incluso una nevada prematura.
Curso el tercer año de mis estudios postgraduados. La carrera artística de Suzanna ha sido tremendamente exitosa: pinta, esculpe, moldea, expone; ya no solo en Suecia o circunscrita a la península escandinava. Hace un mes lo ha hecho en Hayward Gallery, un suceso total.

Al llegar de Londres se ha tomado un tiempo de descanso más prolongado de lo usual. A causa de mis obligaciones académicas y laborales no he reparado en su extrema palidez o en sus ojeras. Tal vez haya perdido peso, pero tampoco me he percatado de ello.

Pero desde hace 4 días sufre unas fiebres inexplicables. Temperaturas de más de 39 grados, sin tos, acompañadas de dolor en todo el cuerpo. Anoche la he encontrado desmayada y la he traído a las urgencias.

La hospitalización, los exámenes, las múltiples jeringas y tubos que le insertan; el ambiente de hospital es completamente desconocido para mí. El diagnóstico implacable. Tiene una leucemia mieloide aguda de mal pronóstico, dado por la asociación con un condroma que le habían tratado con cirugía y radioterapias en su adolescencia temprana y que ella había olvidado por completo. Deben iniciarle quimioterapia de inmediato y aun así, no pueden decir cómo va a evolucionar.

He llamado a sus padres y les he explicado la situación. Han estado completamente de acuerdo con que el tratamiento debe iniciar lo antes posible, pero ella y solo ella es quien debe tomar la decisión.

El silencio que sigue a la transmisión de la noticia es espeso, prolongado, pegajoso y asfixiante. Ha durado tanto tiempo, que mi corazón se ha detenido, se ha enfriado y eventualmente ha vuelto a caminar. Ha sido tan contundente, como el cataclismo que extinguió a los dinosaurios.


Finalmente, ella me ha dicho con la mayor seriedad del mundo: -Yo no quisiera ninguna quimioterapia.   Nos vamos a casa a discutirlo. Tendremos tiempo, te lo prometo.
Un frío oscuro se apodera de mi alma. El más oscuro de todos.

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